Europa ha instalado tanta energía renovable que ahora se enfrenta a un problema inusual: la electricidad demasiado barata

Europa ha instalado tanta energía renovable que ahora se enfrenta a un problema inusual: la electricidad demasiado barata
Europa ha instalado tanta energía renovable que ahora se enfrenta a un problema inusual: la electricidad demasiado barata
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Europa se enfrenta a una paradoja: la producción de electricidad verde es tan abundante que conduce a precios históricamente bajos o incluso negativos. Esta situación sin precedentes pone de relieve los desafíos de gestionar una red eléctrica cada vez más libre de carbono.

España y Alemania, ejemplos emblemáticos

Europa, campeona de la transición energética, produce ahora más energía eólica y solar que Estados Unidos. Este éxito, resultado de inversiones masivas y de una voluntad política afirmada, da lugar a una paradoja inesperada: La electricidad es tan abundante que a veces se vuelve gratuita o incluso paga para los consumidores.

España, bañada por el sol, ve desplomarse sus precios mayoristas a mitad del día, cuando la producción fotovoltaica está en pleno apogeo. En abril pasado, la combinación de una fuerte hidroelectricidad y un generoso sol provocó incluso precios negativos en el mercado de la electricidad.

Alemania, menos conocida por su clima soleado, no se queda fuera. Gracias a sus parques eólicos terrestres y marinos, experimentó más de 300 horas de precios negativos en 2023. Una auténtica revolución para este país que depende desde hace tiempo del gas ruso.

Consecuencias económicas de un desafío de gestión de red

Esta energía barata, a priori una bendición para los consumidores, supone un dolor de cabeza para los gestores de las redes eléctricas. Porque la electricidad verde, intermitente e impredecible, no siempre se adapta a la demanda. Los períodos de sobreproducción, cada vez más frecuentes, nos obligan a compensarlo activando centrales eléctricas de gas u otras fuentes de energía controlables.

Esta situación sin precedentes tiene importantes repercusiones económicas. Los productores de energía renovable ven disminuir sus ingresos porque ya no pueden vender su electricidad a precios elevados. En Alemania, su tasa de captura, es decir, la proporción de sus ingresos en comparación con el precio medio del mercado, se ha reducido a la mitad en tres años.

Tres vías para un futuro energético más inteligente:

1. Mejorar la interconexión de las redes eléctricas. Esto permitiría canalizar el exceso de electricidad hacia zonas donde la demanda es mayor. Pero esta opción enfrenta obstáculos técnicos y políticos, en particular la oposición de ciertas poblaciones locales.

2. Desplazar el consumo hacia épocas de abundancia. Con contadores inteligentes, los consumidores podrían programar sus electrodomésticos (lavadoras, lavavajillas, etc.) para que funcionen cuando la electricidad sea más barata. Pero el despliegue de estos contadores sigue siendo demasiado lento.

3. Almacena el exceso de energía. Ésta es la solución más prometedora, pero también la más compleja. Requiere inversiones masivas en baterías gigantes, plantas hidroeléctricas de almacenamiento por bombeo o incluso sistemas innovadores como el almacenamiento de energía en arena caliente (que actualmente se está probando en Finlandia).

Europa, pionera en energías renovables, se enfrenta a un desafío sin precedentes: gestionar la abundancia de energía. Para afrontar este desafío, tendrá que demostrar innovación, audacia y cooperación. El futuro energético del continente depende de ello.

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