En las oficinas berlinesas de Cariad, repartidas en tres sedes en un recodo del Spree, en el distrito de Charlottenburg, el programa de salida voluntaria está en pleno apogeo. La filial del grupo Volkswagen, totalmente especializada en la creación de software, pretende reducir sus costes de desarrollo interno en un 20%. Se espera que Berlín, uno de los principales escaparates urbanos de Cariad en Alemania, pierda escala.
Cuando creó su filial en 2020, Volkswagen pensó que la vibrante capital alemana sería más atractiva que su antigua sede en Wolfsburgo (Baja Sajonia) para los jóvenes talentos informáticos internacionales. Nada era demasiado bueno para apoyar el gran proyecto del principal fabricante de automóviles europeo: convertirse en “el grupo de software más grande de Europa después de SAP”con 10.000 empleados, según la visión del exjefe de Volkswagen, Herbert Diess.
Cuatro años y varias reestructuraciones después, Cariad es un campo de ruinas. La empresa, que debía suministrar software a bordo para todos los coches del grupo, sufrió una pérdida operativa de 2.000 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2024, tras 2.400 millones en 2023. El daño final podría alcanzar los 30.000 millones de euros, debido a los retrasos. y las inversiones previstas para compensarlas, estima el muy informado Revista Gerente.
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Las pérdidas acumuladas constituyen ya el mayor desastre industrial de Cariad Volkswagen desde el asunto del motor diésel manipulado en 2015. La historia es emblemática del fracaso del gigante de Wolfsburgo en una de las grandes revoluciones del sector: el vehículo pilotado por software. Es decir, un “smartphone sobre ruedas”, capaz de actualizaciones remotas, integración con plataformas digitales, personalización del vehículo y próximamente conducción autónoma. Como el modelo de la época, Tesla.
“Pensaron que podían crear una fábrica de software como se construye una fábrica de automóviles, ¡de arriba hacia abajo! »afirma un informático familiarizado con Cariad que prefiere permanecer en el anonimato. “Al principio invirtieron mucho dinero y personal, demasiado, sin darle tiempo a la gente para integrarse y desarrollar una cultura común. Si a esto se le suma la complejidad de las exigencias en cuanto a marcas, vehículos y servicios, el fracaso estaba planeado”continúa.
El declive del sedán
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