Atraer fortunas de otros lugares a veces genera situaciones dolorosas para la gente de aquí. El cantón de Zug, conocido por su atractivo económico, ve cada año la partida de cerca de 4.000 personas, a menudo debido a la evidente falta de viviendas accesibles, indica el SRF.
Esto se debe a que los alquileres se encuentran entre los más altos de Suiza y encontrar alojamiento en Zug es todo un desafío. La culpa es una tasa de desocupación del 0,42% en 2023. Este es el peor resultado nacional. Zug, Ginebra, misma pelea.
Consecuencia: los pocos apartamentos disponibles están generalmente reservados a una élite: expatriados y recién llegados que ocupan puestos de prestigio en las numerosas multinacionales de la región. Mientras tanto, la población local se ve obligada a buscar en otra parte.
“Nací en Zug y viví allí durante más de 50 años”, afirma Ivo Zimmermann. Junto con su esposa, intentaron en vano convertirse en propietarios del lugar. “No encontramos nada”, explica. El resultado: hace siete años, la pareja dejó Zug para mudarse a Sins, en el cantón de Argovia. La ciudad se ha convertido en un refugio popular para los antiguos Zougois, gracias a su proximidad y a sus buenas conexiones de transporte. Un distrito de allí incluso recibe el sobrenombre de “Zuger Hügel” (la colina de Zug).
Políticamente, el éxodo de residentes es una bomba. La izquierda señala con el dedo los bajos impuestos del cantón, que atraen a grandes fortunas y aumentan la presión sobre el mercado inmobiliario. Pero el Consejo de Estado, mucho más a la derecha, defiende otra vía para la creación de viviendas. “Queremos simplificar las normas de construcción, acelerar los procesos y flexibilizarlos”, concluye su presidenta, Silvia Thalmann.
