Comparte la publicación “¿Y si prohibiéramos el Black Friday para convertirlo en un día dedicado a las reparaciones?”
Cada año, como un ritual bien aceitado, el Black Friday irrumpe en nuestras newsletters, en las páginas de inicio de los sitios de comercio electrónico, en las notificaciones de aplicaciones e incluso en los mensajes SMS. Importado descaradamente del modelo consumista americano, el Black Friday se ha convertido también en Francia en una institución donde el frenesí de compras se apodera de las multitudes. De media, seis de cada diez franceses aprovechan las ofertas y gastan una media de 250 euros, según un estudio de Enov. Pero detrás de este entusiasmo orquestado se esconde una realidad mucho menos halagüeña: sobreproducción, despilfarro, explotación de recursos y trabajadores bajo presión. ¿Y si decidiéramos romper con este mecanismo infernal?
El Black Friday es el símbolo de una economía en auge, donde el acto de comprar tiene prioridad sobre la necesidad real. Nos apresuramos a adquirir el último aparato electrónico o un par de zapatos más cuya necesidad es totalmente cuestionable. Y todos estos son objetos y productos que a menudo se fabrican en condiciones opacas al otro lado del mundo. Este consumo excesivo no deja de tener consecuencias: los residuos se acumulan, las emisiones de CO2 aumentan y las desigualdades se amplían. Los objetos comprados apresuradamente terminan con demasiada frecuencia en la basura, alimentando una espiral de residuos que es insostenible para el planeta. Entonces, ¿por qué no prohibir el Black Friday y sustituirlo por un día dedicado a las reparaciones?
Borrar el Black Friday de nuestro calendario
Prohibir el Black Friday sería un acto contundente, un desaire a esta lógica comercial que nos empuja a consumir cada vez más, en detrimento de nuestro medio ambiente y nuestro bienestar. Al sustituirlo por un día de reparación estaríamos optando por la sostenibilidad, valorando lo que ya tenemos. Reparar en lugar de tirar significa reconectar con el saber hacer, devolverle la vida a los objetos y crear vínculos sociales en torno a talleres participativos.
Podríamos imaginar que, en las plazas de los pueblos y en los barrios urbanos, estas jornadas estarían dirigidas por voluntarios y artesanos. Personas dispuestas a compartir sus habilidades para reparar una tostadora temperamental, remendar una prenda estropeada o darle un lavado de cara a un mueble viejo. Este enfoque se inscribe en una economía circular, donde cada recurso se utiliza con cuidado, donde se promueve el empleo local y la transmisión de conocimientos. Es una resistencia pacífica a la obsolescencia programada y la estandarización de productos.
Veja, Vitra, Recyclivre, Repair Café… un “Repair Friday” como alternativa
La marca francesa de zapatillas ecorresponsables Veja ha decidido organizar un “viernes de reparación” en respuesta a esta mala gestión consumista. “Este año, para ‘no celebrar’ el Black Friday, Veja invita a todos a su sede de París a un Repair Friday los días 29 y 30 de noviembre, dos días dedicados a las reparaciones”explica la marca en un comunicado de prensa. La operación, ofrecida de forma gratuita, se llevará a cabo en su sede parisina, situada en el 146 de la Rue du Faubourg Poissonnière, en el distrito 10 de París.
Pero no estará solo, otras marcas se suman a la iniciativa: Vitra ofrecerá pequeñas reparaciones en sillas Eames y Cyclocare realizará diagnósticos rápidos y reparaciones in situ en bicicletas. Repair Café se centrará en la reparación de pequeños electrodomésticos, mientras que Anti_Fashion Project se ocupará de la ropa y los textiles y Aurélie Chadaine se ocupará del cuero. Por último, En la ciudad en la montaña se centrará en el calzado técnico.
Repensar nuestra relación con los objetos y cuidarlos
Este día de reparación sería también una oportunidad para repensar nuestra relación con el tiempo y los objetos. Tomarse el tiempo para reparar significa frenar en un mundo que avanza demasiado rápido, significa recuperar parte de nuestra autonomía frente a las grandes marcas que dictan nuestros deseos. Significa decir no a ofertas falsas y rechazar objetos o ropa que no te sirven realmente. También es un enfoque ecológico concreto, que reduce nuestra huella de carbono y preserva los recursos naturales.
Al hacer esta elección colectiva, enviaríamos un mensaje contundente a las industrias: el de una sociedad consciente de las cuestiones ambientales y sociales, que desee consumir de manera diferente. Sustituir el Black Friday por un día dedicado a las reparaciones sería mucho más que un simple cambio en el calendario comercial. Sería un acto cívico, una afirmación de nuestros valores frente a un sistema que agota al planeta y aliena a los individuos. Es una invitación a construir juntos un futuro más sostenible, donde la calidad prevalezca sobre la cantidad, donde los seres humanos recuperen su lugar en el corazón de la economía. ¿Y si este año, en lugar de ceder a las sirenas de las promociones efímeras, optáramos por reparar el mundo, objeto por objeto, gesto por gesto?
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