Romands, urbanitas y padres: los más adictos a los smartphones

Romands, urbanitas y padres: los más adictos a los smartphones
Romands, urbanitas y padres: los más adictos a los smartphones
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A menudo hablamos de la dependencia de los jóvenes de sus teléfonos inteligentes, pero los adultos no están exentos. Más del 40% de los suizos muestran signos de nomofobia o adicción al teléfono móvil, según revela una encuesta representativa de Comparis. Los síntomas incluyen miradas frenéticas para no perderse ninguna notificación, sensación de estrés cuando el dispositivo no está al alcance o la batería está agotada, o sensación de aislamiento ante la ausencia del teléfono inteligente.

Los francófonos se ven más afectados: la proporción de ellos que presentan síntomas evidentes de adicción asciende al 47%, frente al 37% en Sarine. La distribución geográfica también influye: sólo el 19% de los habitantes de las ciudades dicen que pueden prescindir fácilmente de su teléfono inteligente, en comparación con el 28% en el campo.

Para Jean-Claude Frick, experto de Comparis Digital, estos datos confirman un cliché: “En las zonas urbanas, el uso de los smartphones es mayor debido a exigencias profesionales y sociales. En las zonas rurales, la necesidad de estar constantemente localizable y el deseo de hacerlo todo con el smartphone son menos pronunciados”. Y añadir que el papel de las asociaciones locales, que están más presentes, es importante en la vida social y compite un poco con las redes sociales.

La edad también influye en la sensibilidad a la estimulación de los teléfonos inteligentes: el 54% de las personas entre 16 y 35 años presentan síntomas claros, mientras que entre los mayores de 55 años, el 38% dice ser impermeable. Los adultos que viven en familias u hogares de tres o más miembros también se ven más afectados.

“Los padres y sus hijos tienen en común la necesidad de ser localizables y de acceder a la información. Además, los adolescentes contagian a sus padres, ya que ciertos objetos pasan del papel al digital, como el calendario familiar que antes colgaba en la pared”, añade el especialista.

La culpa también la tienen las redes sociales, los servicios de vídeo en streaming y de juegos, analiza Jean-Claude Frick. “Estar a la vanguardia de la digitalización podría tener un impacto negativo”, afirma. Sin embargo, el nivel de educación, los ingresos o el género no tienen una influencia significativa.

El estrés de los jóvenes es poco por las redes sociales

Contrariamente a la creencia popular, el mayor factor de estrés entre los jóvenes no es el uso de las redes sociales, revela un reciente estudio de Pro Juventute. Mientras que el 34% dice que a veces puede sentir esta presión, el 51% dice que rara vez o nunca se siente estresado por las redes. Por el contrario, en lo más alto del ranking de estrés se encuentran los exámenes (48% de las chicas y 33% de los chicos), la presión ligada al rendimiento general, la falta de dinero, las exigencias de la escuela y el futuro profesional. El uso de los medios en línea es citado incluso como un recurso por el 59% de los jóvenes.

En cuanto a las preocupaciones generales, los jóvenes citan en primer lugar la injusticia en el mundo (36%), la falta de tolerancia (34%), la imposibilidad de debatir con personas de diferentes opiniones, las crisis globales, la manipulación del mundo digital o incluso el cambio climático. Las niñas dicen que, en general, están más preocupadas por todos estos puntos que los niños.

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