Con la nueva ley eléctrica, los productores de biogás están “en la incógnita”

Publicado el 8 de noviembre de 2024 a las 22:15 horas. / Modificado el 9 de noviembre de 2024 a las 07:37.

Porrentruy, 5 de noviembre de 2024. Un camión de basura municipal entra en los terrenos de una finca agrícola, La Prairie Biogaz, para tirar residuos verdes, entre ellos calabazas de Halloween. Los particulares también vienen a depositar sus residuos para ser reciclados o utilizados en el abono de la finca. Un ida y vuelta propio de una economía circular local y que gira en torno a una instalación de biogás.

La planta valoriza residuos de cocina de comedores, EMS y cuarteles de las comunidades aledañas. Utiliza orina y excrementos del ganado vecino, estiércol, purines, hierba y otros residuos de cereales para alimentar dos digestores. Dos cúpulas en las que esta biomasa se mezcla y fermenta en un ambiente anaeróbico (sin aire, por tanto sin olor, entre 42 y 50 grados centígrados) durante un breve mes para explotar su potencial energético. Sale biogás y calor. El gas se quema para producir electricidad y el calor se recupera parcialmente para servir como calefacción en la granja. El digestato (los residuos verdes que quedan) se utiliza para alimentar los cultivos.

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