doDe patito gracioso de la década pasada, Alemania se ha convertido en pocos años en patito feo de los años 1990 y principios de los 2000. Su resurrección se inició con las reformas de Gerhard Schröder en 2003. Su regresión, por su parte, se explica por la exagerada reducción del gasto público en los últimos diez años y por la excesiva dependencia del país del exterior.
En el segundo trimestre, la economía alemana se contrajo un 0,1 por ciento en comparación con los tres primeros meses del año. El descenso del influyente indicador IFO a finales de agosto indica que no se vislumbra ninguna mejora. Alemania lleva cuatro años atravesando un periodo de estancamiento. Las razones de esta situación son diversas.
“Alemania ha externalizado su seguridad a Estados Unidos, sus necesidades de exportación a China y sus necesidades energéticas a Rusia”“Con la invasión rusa de Ucrania, estas fuentes de dependencia han salido a la luz. Desde la invasión, la independencia energética se ha convertido en una de las principales prioridades de Europa”, afirmó Constanze Stelzenmüller, de la Brookings Institution, en un discurso.
Sin embargo, el gobierno alemán sigue postergando la reforma energética, lo que impide cualquier inversión en empresas alemanas. Ahora que China exporta automóviles a Europa, Alemania lamenta amargamente su dependencia de ese país. La primera víctima de esta situación es Volkswagen.
Una relación continua con China
Está claro que el fabricante tiene dificultades para mantenerse a flote, ya que está considerando nada menos que cerrar fábricas en Alemania, a pesar de su promesa de seguridad laboral hasta 2029 frente a su poderoso comité de empresa. La simbiosis de antaño, en la que Alemania –y Europa– exportaban su tecnología a cambio de una gran salida al mercado, ya no es más que un recuerdo.
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Mientras tanto, los fabricantes de automóviles alemanes siguen invirtiendo en China. Con la apertura de grandes fábricas en ese país, esperan poder seguir vendiendo sus coches en China. Una estrategia que no está exenta de riesgos. En lo que se refiere a la producción competitiva de coches eléctricos, las marcas alemanas todavía están en dificultades.
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En tales circunstancias, no les resulta fácil competir con los “el mejor de la clase” En el caso de los coches eléctricos, a lo que hay que sumar las crecientes tensiones políticas entre China y Europa. En los últimos años, las exportaciones alemanas se han dirigido cada vez más a Estados Unidos, sobre todo debido al débil crecimiento chino.
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