La última película animada de Adam Elliot, “Memoirs of a Snail”, llega a los cines el 15 de enero. Una obra que aborda muchos temas con profundidad y humanidad.
Adam Eliott es una de las estrellas de la animación independiente. El director australiano, de 53 años, firma su segundo largometraje, “Mémoires d’un Escargot”. Una película llena de moraleja.
Ganadora del premio al largometraje de cristal en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, “Mémoires d’un Escargot” es particularmente esperada en el mundo de la animación. No debería decepcionar al público. En un largometraje basado en el personaje de Grace Pudel, Adam Elliot muestra sus cualidades como narrador de una tragedia compleja.
En torno a temas a menudo oscuros, como la pérdida de un ser querido, la vejez, la soledad o incluso el acoso moral (y académico), el escritor y director deja hablar su brillante pluma. Son muchas las secuencias en las que el australiano te dejará maravillado con sus brillantes frases y sus profundos diálogos.
“La vida debe entenderse mirando hacia atrás, pero debe vivirse mirando hacia adelante”, Søren Kierkegaard
Pero la genialidad del nativo de Berwick (un pueblo cercano a Melbourne) reside en su capacidad para convertir tantos temas oscuros en un mensaje tan poderoso como luminoso. Una película que, además de resonar durante mucho tiempo en la mente de quienes la vean, les abrirá a ciertos temas poco conocidos.
Conmovedor e inspirador
Uno de los temas sobre los que ha hablado el creador es la compleja relación entre los gemelos. A través de su personaje principal, la joven Grace, que tiene un hermano gemelo, Gilbert, expone la vulnerabilidad que padecen. Explica, en una entrevista concedida a CNEWS: “Hablé con muchos gemelos que vieron a su hermano o hermana abandonarlos, quienes me explicaron que tenían que volver a aprender a vivir solos. Es como perder un órgano, creo que lo digo en la película. Es angustioso. En mi familia tuvimos gemelos y en los años 80 uno de ellos murió. Estaban tan unidos que una semana después, el otro también murió. “Es un ejemplo de gemelos que nunca tuvieron una vida privada, ni matrimonio, ni pareja, simplemente vivieron juntos”.
Si bien los temas abordados por la película pueden resultar oscuros, están brillantemente tratados gracias a una imagen coherente. Al principio, Adam Elliot incluso quería que la película fuera en blanco y negro. Recuerda el proceso de creación de la película, en el que cambió su enfoque: “Quería que fuera completamente en blanco y negro. Pero uno de los inversores dijo “¡nunca!” Curiosamente, la agencia francesa que invirtió estuvo muy contenta de producirlo en blanco y negro. Pero en Australia se negaron. Pensé que era posible hacer proyectos muy interesantes como ese, estoy pensando en “El artista” o “La lista de Schindler”, incluso se han realizado películas animadas, Tim Burton hizo “Frankenweenie”, por ejemplo. ¡No hay nada malo con el blanco y negro! Entonces sugerí marrón. Es un marrón bastante cálido, hay rojo, amarillo, gris. Lo elegí porque en Australia el marrón era un color muy popular en los años 70: la gente pintaba sus casas de ese color, lo usaba para sus pisos, etc. Aproveché la oportunidad para utilizar el color como una herramienta real: la paleta correspondía al estado de ánimo de los personajes. Cuando Grace (personaje principal) está en Canberra, es de un color marrón casi beige, bastante triste porque es un momento aburrido de su vida. Por el contrario, en Melbourne es más oscuro, más cálido, hay negro. En Perth, hay otro matiz”.
Viaje al corazón de un país único
Además de las tres ciudades mencionadas por el director y que disfrutan de tres tonos diferentes en el largometraje, toda Australia está en el punto de mira a lo largo de los 93 minutos. Grace viaja por este territorio único, donde descubrimos símbolos exóticos: animales, cultura, comida, arquitectura e incluso expresiones lingüísticas. Una verdadera oda “australiana”. El único otro país mencionado en el proyecto es Francia, cuya cultura también se puede apreciar gracias al padre de Grace, a quien le encantaba escuchar la canción “Alouette, Gentille Alouette”. También es esto lo que concluye la película y presenta los créditos.
Sin poder confiar en la actuación de los personajes, esta película de animación recurre a la banda sonora para reforzar su peso emocional. Una apuesta totalmente ganadora para Adam Elliot, que no buscó el apoyo de cualquiera: “Elena Kats-Chernin es una compositora muy reconocida. Hablamos juntos sobre la banda sonora, que tenía que ser el principal punto fuerte de la película. Fue idea suya que hubiera un coro dedicado a la grabación, con órgano, violines, todos los instrumentos posibles en definitiva. En los momentos más intensos de la obra, Elena Kats-Chernin consigue perfectamente maximizar el poder de la magistral escritura de Adam Elliot y no dejará de reforzar las reacciones del público.
“Memories of a Snail” reúne a estrellas australianas
La otra hazaña que tiene Adam Elliot es la del doblaje excepcional. Una vez más, el director confía en lo mejor de Australia con Sarah Snook en el papel protagonista (Grace) y el de narradora. La interpretación vocal de la actriz australiana es digna de elogio. Quien protagonizó notablemente la serie “Succession” o la película “Prédestination” (2014) ya había colaborado con Adam Elliot en . La voz francesa, por su parte, corre a cargo de Dominique Pinon, que participó en particular en “Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain” (2001) y “Un Long Dimanche de Fiancailles” (2004).
Si bien los aficionados a la animación pueden criticar el estilo de Adam Elliot, en volumen, por su falta de detalles y su carácter simplista, encontrarán refugio en la calidad de la narración de la historia del artista australiano. La narración está perfectamente dominada, lo que lleva a un final apoteótico, donde muchos detalles cobran todo su significado e iluminan una historia que al principio parece desprovista de esperanza. Si Adam Elliot no oculta su ambición de provocar muchas emociones en sus espectadores, su apuesta está ganada sin lugar a dudas.