deseo, setas y un cura gracioso

deseo, setas y un cura gracioso
deseo, setas y un cura gracioso
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Es el único que ha hecho una película de este tipo, que mezcla géneros y atmósferas. Alain Guiraudie, el inspirado director de “L’Inconnu du lac” o “Stay vertical”, regresa este miércoles con “Miséricorde”, un largometraje inclasificable, que sorprende de principio a fin. Siempre muy atento a situar estas historias en su suroeste favorito, el cineasta esta vez nos sumerge con sus personajes en un pequeño pueblo de Aveyron adyacente a un bosque. Es aquí donde llega Jérémie (Félix Kysyl) después de una larga ausencia, para enterrar a su antiguo jefe, el panadero local. Un hombre al que conocía muy de cerca, hasta el punto de quedarse temporalmente con su viuda Martine (Catherine Frot).

Pero el ambiente en el pueblo resulta muy extraño, y la acogida que le da a Jérémie, tanto por parte de un vecino irascible como del hijo muy enojado de Martine, no es la más cálida. Una sucesión de paseos por el bosque en busca de setas y una misteriosa desaparición cargarán el ambiente, y verán la implicación de un sacerdote extraordinario en los sorprendentes acontecimientos que siguen, poniendo de relieve la personalidad contrastada de Jeremiah…

Extremadamente singular, este thriller verdadero-falso evoca un cine negro al estilo americano que recuerda tanto a Claude Chabrol (sin cinismo) como a Fritz Lang, con un toque de Guiraudie porque toda la trama gira en torno al deseo, como suele sucederle a él. Si al principio de la historia nos preguntamos hacia dónde se dirige el director, la ola de acontecimientos dramáticos o disparatados que sigue nos deja sin palabras, pues resulta deliciosa, inquietante y divertida al mismo tiempo.

Porque el director creó sus personajes de forma extraordinaria y, como un campeón en el casting, en la elección de los intérpretes. Catherine Frot sorprende en el papel de una viuda franca y secretamente rebelde, Jean-Baptiste Durand (el director de “Scrapyard Dog”) entusiasma porque es constantemente optimista y desagradable, y Jacques Develay sorprende en su composición como un sacerdote abierto a por decir lo menos, tiene sentimientos y relaciones íntimas que no son muy católicas.

En el centro de la historia, el formidable Félix Kysyl, que consigue su primer papel realmente importante, retrata con un agradable elemento de misterio a un “héroe” divertido que realmente no se preocupa por los dilemas morales. ¿Un joven venenoso, como las setas de este bosque en el centro de este curioso y sorprendente teatro de la pasión? Depende de ti descubrirlo…

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