una película que sin duda marcará el año

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Según admite Adam McKay, cuando estaba preparando el guión de Don’t Look Up: Cosmic Denial, tuvo que reescribirlo varias veces para enfatizar la realidad de su sátira – entre la elección de Trump y la epidemia mundial de COVID – constantemente poniéndose al día con el absurdo inicial de su ficción. Es difícil no pensar en estas palabras cuando miramos Civil War de Alex Garland, un retrato ficticio de un Estados Unidos presa de una nueva guerra civil en un futuro próximo.

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Al optar por seguir esta destrucción de los Estados Unidos tal y como lo conocemos a través de un equipo de periodistas que cruza una parte del territorio para llegar a Washington DC antes de su caída, el director y guionista nos remite voluntariamente a las imágenes del ataque a los EE.UU. Capitolio en las primeras horas de 2021 por partidarios de un presidente avivando las brasas. A partir de un discurso inicial de un jefe de Estado (interpretado por Nick Offerman) culpable a primera vista –antes de que sepamos más– de una negación manifiesta de la realidad, el cineasta nos remite a estos jefes de Estado de todo el mundo culpables del mismo error. El primer paso de Civil War es inestable, porque la película sólo ha inventado la situación presentada, no las causas y menos aún su retrato de las consecuencias. Y, a diferencia de Don’t Look Up, no puedes esconderte detrás del humor.

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Como director, Alex Garland tiene tantos defensores como detractores. Sin embargo, no podemos negar que dentro de las series Ex Machina, Annihilation, Devs o Men se revelan auténticas grandes piezas de cine capaces de llevarnos a nivel cinematográfico. Civil War no será una excepción y todo lo que se necesita es una explosión kamikaze para hacernos comprender la escala del drama que se desarrollará ante nosotros.

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Capturar América

Pero Civil War es sobre todo una película de pocas palabras, donde Garland, defendiendo el principio de Hitchcock según el cual “todo lo que se dice y no se muestra se pierde para el espectador”, sitúa la imagen en el centro de su historia. Un eje central de su dramaturgia tanto en lo que él mismo escenifica como a través de sus dos principales figuras femeninas, las fotógrafas de guerra. El largometraje no pretende explicarnos la situación geopolítica, es la captura de un momento de pura locura donde los hombres se matan entre sí por convicción, por rabia, por supervivencia o por impulso.

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La cámara se convierte entonces en un símbolo. Mientras que la cámara se ha convertido en un arma de propaganda en manos de cada beligerante, la cámara es una captura objetiva de la realidad. Graba la imagen de las víctimas de la guerra, de quienes la cometen, de todo el absurdo y el morbo de este nuevo mundo, sin distinción de campo. Un punto de vista que la película abraza evitando explotar las lealtades. Ya sea que nos veamos catapultados a una escaramuza o a un grupo armado aislado, sólo podemos adivinar quién lucha bajo qué bandera, sin ninguna certeza antes del campo de batalla final, que es necesariamente más explícito. Un deseo de dejarnos en la oscuridad para resaltar lo obvio: en una guerra civil no hay buenos ni malos, lo principal es ser el que sigue vivo al final. Cuando dos francotiradores se cruzan, el por qué se vuelve estúpido, lo único que queda es “¿cómo ser el que acierta el tiro?”. “.

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Esta negativa a insistir en el contexto general puede crear una forma de frustración, ya que la Guerra Civil está en una brecha perpetua entre lo que pensábamos que veríamos y lo que quiere que veamos. Alex Garland es el único líder intelectual de su historia y no tiene la amabilidad de querer ceder la más mínima concesión para darnos un retrato más amplio de la situación. Al igual que sus personajes, la película sigue su camino, deteniéndose en casos aislados, pero nunca se lanza a una visión aérea de su tema. Civil War es una entrevista inversa en la que nos da sus respuestas y nos deja otras preguntas. Y, sin embargo, como el periodista Hunter S. Thompson nos habló del Derby de Kentucky sin escribir casi una línea sobre los caballos, Alex Garland transcribió a la perfección los detalles de una guerra civil sin empantanarse en explicarla.

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Mujer de hierro

Un retrato crudo y brutal de una América sumida en el caos a través de las imágenes nihilistas tomadas por quienes se niegan a tomar partido, pero cuya realidad los convierte en actores de pleno derecho. Este es el otro tour de force de Civil War, el de quedarse pegado a los rostros de las personas que tienen el suyo pegado a la cámara mientras la muerte se convierte en una rutina como cualquier otra.

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Una galería de personajes que han abandonado la moral y la solidaridad en su búsqueda del tiro correcto, de la exclusividad. Como si, para conseguir capturar las almas de los participantes en el conflicto, fuera necesario haber abandonado la propia. La pérdida de la humanidad se representa así en cada nivel y la película presenta este punto de inflexión cuando la hábil fotógrafa de guerra, interpretada por Kirsten Dunst, conoce a la novata Cailee Spaeny (que brilló a principios de año en Priscilla). El primero es un ejemplo de frialdad forjada por años de conflictos en los cuatro rincones del mundo y que no tiene mayor sensibilidad hacia quienes afectan hoy a quienes lo rodean. El segundo busca la gloria sin ser consciente de lo que significa estar cerca de la muerte.

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Por lo tanto, Alex Garland tomó decisiones de reparto acertadas, ya que Kirsten Dunst es ahora una figura establecida en Hollywood que ve a Cailee Spaeny, cuya carrera promete ser tan prometedora como la de su mayor, siguiendo sus pasos. Una especie de paso del testigo que también puede verse como una cínica advertencia hacia una industria que nunca dudará en sacrificar sus viejas glorias (sabemos lo mucho más difícil que resulta para las actrices de más de cuarenta años encontrar papeles en las producciones americanas) por el beneficio de los jóvenes hambrientos.

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Dos mujeres, bien acompañadas por Wagner Moura y Stephen McKinley Henderson, cuya guerra pondrá a prueba los límites. ¿Hasta dónde puedes mirar los cadáveres antes de perderte? ¿Hasta dónde podemos mirar los cadáveres a la cara antes de encontrarnos a nosotros mismos? Civil War ofrece una escalofriante historia humana donde una foto puede decir la verdad y un grito puede devolvernos a la realidad. 109 minutos que parecen el doble cuando los pasas en apnea, sin aliento por la tensión de cada momento. La mejor película de Garland y una de las grandes obras del año, sin duda.

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