Una primicia sin gloria. Este viernes 10 de enero, Donald Trump se convirtió en el primer presidente electo en la historia de Estados Unidos declarado culpable en el asunto de los pagos secretos a la estrella porno Stormy Daniels. “Una vergüenza para el sistema”denunció el multimillonario. Esta condena, que hizo todo lo posible por evitar antes de entrar en la Casa Blanca, es sobre todo un momento muy simbólico. Porque al mismo tiempo que sentenciaba a Trump, el juez neoyorquino Juan Merchán dictó este viernes una exención de sentencia.
Hasta el último día, e incluso ante el Tribunal Supremo de Washington, los abogados del 45.º y próximamente 47.º presidente estadounidense intensificaron sus recursos blandiendo su pasada y futura inmunidad presidencial, para impedir que el juez sancione a su cliente. El jueves por la noche llegó el trueno: el Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó su apelación final por cinco votos contra cuatro. Sin embargo, Donald Trump había puesto todas las posibilidades de su lado: de los nueve jueces que lo componen, seis son conservadores, incluidos tres nombrados por el multimillonario.
Un convicto en la Casa Blanca
Con esta sentencia, más de siete meses después de ser declarado culpable por un jurado de doce ciudadanos unánimes ante un tribunal penal de Manhattan, Donald Trump entrará en la Casa Blanca el 20 de enero, a los 78 años, con la etiqueta de “convicto”. Pero nada más, para el hombre que ya ha escapado a cualquier consecuencia judicial en los otros tres casos en los que había sido acusado, incluido el más grave ante la justicia federal por sus intentos ilegales de revertir los resultados de las elecciones presidenciales de 2020. En este caso, El fiscal especial Jack Smith retiró los cargos tras la elección de Donald Trump el 5 de noviembre, cuando el juicio aún no había comenzado.
El futuro presidente compareció por vídeo durante esta audiencia en el Tribunal Penal de Manhattan, no estando obligado a asistir personalmente a esta audiencia, prevista para las 9:30 horas, hora de Nueva York (14:30 horas en Francia). El magistrado Juan Merchán, a quien Donald Trump había colmado de insultos en las redes sociales, ya había advertido que una pena de prisión, “imposible de implementar”, quedó excluido para quien se prepara para gobernar la primera potencia mundial.
Un silencio comprado con dinero.
La primavera pasada, el que todavía era candidato presidencial tuvo que acudir casi todos los días durante seis semanas a una sala de audiencias con el decorado anticuado y sumario de un tribunal penal, y asistir a los debates que en este caso mezclan política, dinero y escándalo sexual. El jurado lo declaró culpable de 34 cargos de falsificación contable para ocultar a los votantes el pago de 130.000 dólares a la estrella porno Stormy Daniels al final de su primera campaña victoriosa en 2016 contra Hillary Clinton, cuyo juicio había revelado entre bastidores. El dinero se pagó para comprar el silencio de la actriz sobre una relación sexual que afirmó haber tenido en 2006 con el exmagnate inmobiliario, relación que él siempre ha negado.
Acosado por las apelaciones de los abogados y tras una importante decisión del Tribunal Supremo el 1 de julio sobre la inmunidad presidencial, el juez Merchan tuvo que posponer la sentencia varias veces, de julio a septiembre y luego a noviembre, después de las elecciones presidenciales. La victoria de Donald Trump desencadenó una nueva ronda de apelaciones de la defensa, pero Juan Merchán mantuvo la sentencia.
Como en los otros casos en los que fue procesado, Donald Trump se presentó como víctima de un “caza de brujas” orquestado por sus adversarios políticos, un discurso que pronunció incansablemente y del que sus seguidores estaban convencidos, en un país donde las encuestas muestran que la confianza en las instituciones se ha erosionado claramente en los últimos años.
Actualizado a las 16:22 con la sentencia.