El ranking anual de El economista Rinde homenaje a quienes han sabido reinventarse, asumiendo con determinación enormes desafíos. Esta no es una lista que premia la perfección, sino la capacidad de cambiar de rumbo, incluso en medio de mil dificultades. ¿A la cabeza de la lista? Bangladesh, Argentina y otros países reescribiendo las reglas del juego.
1. Bangladesh: una revolución pacífica
El Bangladesh ha sido reconocido como uno de los países más importantes de 2024 gracias a una transformación política y social sin precedentes. Después de años de gobierno autoritario bajo Sheikh Hasina, el país experimentó un dramático cambio de dirección en 2024. Las protestas estudiantiles masivas que estallaron en agosto marcaron el comienzo de una nueva era, que culminó con el nombramiento de Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz, como jefe de un gobierno tecnocrático. Las reformas de Yunus se centraron en restablecer el orden, combatir la corrupción y estabilizar la economía.
A pesar de desafíos como el extremismo islámico y las elecciones justas, el progreso es innegable. La economía de Bangladesh ha comenzado a recuperarse y ganarse la confianza de la comunidad internacional. Este país, a menudo relegado a los márgenes de la atención global, aparece finalmente como un modelo de transición hacia una democracia más estable.
Sin embargo, no faltan desafíos. De hecho, el extremismo islámico sigue siendo una amenaza importante, mientras que la organización de elecciones libres y transparentes es una prueba crucial para el futuro del país. Sin embargo, el compromiso asumido de mejorar la participación política y fortalecer la economía marca un punto de inflexión decisivo.
2. Argentina
Argentina se ha ganado su lugar entre los mejores países gracias a controvertidas reformas económicas pero (aparentemente) efectiva por parte del presidente Javier Milei. Su enfoque anarcocapitalista revolucionó la economía nacional: las reducciones del gasto público y las medidas de libre mercado ayudaron a reducir la inflación y mejorar los costos de financiamiento. Aunque los resultados iniciales son prometedores, con signos de crecimiento económico ya visibles en el tercer trimestre de 2024, The Economist advierte sobre riesgos a largo plazocomo una moneda sobrevaluada y una posible disminución del apoyo popular.
Por lo tanto, los resultados son ambivalentes: las reformas radicales de Javier Milei dividieron a la opinión pública, pero también produjeron resultados tangibles. El control de la inflación, el problema crónico de Argentina, y la reducción del déficit público han sido bien recibidos por ciertos sectores económicos. Sin embargo, el futuro del modelo de Milei sigue siendo incierto y muchos cuestionan la viabilidad a largo plazo de estas políticas.
3. Los otros finalistas: entre desafíos y esperanzas
Los finalistas de The Economist son Polonia, Sudáfrica y Siriatodos los cuales han logrado avances en determinadas áreas clave. Polonia ha destacado por su lucha contra el extremismo y la corrupción, mientras que Sudáfrica ha avanzado en la estabilización económica. Siria, a pesar de años de conflicto devastador, está mostrando signos vacilantes de recuperación en algunas regiones.
En Polonia, los esfuerzos para combatir la corrupción y promover la transparencia han mejorado la confianza en la gobernanza. En Sudáfrica, el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el progreso económico han sentado las bases para un futuro más estable. Siria, aunque sigue siendo un país marcado por la guerra, también ha registrado avances significativos en determinadas áreas, gracias a los esfuerzos por reconstruir la infraestructura y apoyar a las comunidades locales.
¿Y Francia?
Al leer esta lista, la pregunta es inevitable: ¿cuál es el ranking de Francia? Desgraciadamente no queda rastro de nuestro país, Relegado al papel de espectador en un mundo cambiante.. Al parecer, falta visión, liderazgo y coraje para afrontar los desafíos estructurales.
Y mientras otros se reinventan, nosotros parecemos hundirnos en una inercia que no promete nada bueno. Es una lección amarga pero necesaria: El futuro pertenece a quien tiene el coraje de imaginarlo. y la determinación de construirlo. La historia no espera y tal vez nosotros también deberíamos dejar de esperar.