Nada va bien con los Vancouver Canucks.
Mientras Elias Pettersson atraviesa un período oscuro, tanto a nivel deportivo como personal, las tensiones en el vestuario llegan a un punto de ruptura.
Los rumores explotan: Pettersson y JT Miller son incapaces de apoyarse mutuamente y la situación se vuelve insoportable.
Los Buffalo Sabres incluso han ofrecido a Tage Thompson, su delantero estrella, adquirir a Pettersson, mientras los Canucks exploran todas las opciones para fortalecerse.
El vestuario de los Canucks está sumido en el caos. Elias Pettersson, a menudo criticado por su actitud indiferente y su falta de preparación física, parece totalmente abrumado.
Con seis partidos sin un solo punto, encarna las decepciones de un equipo que lucha por justificar los enormes salarios pagados a sus jugadores estrella.
Por su parte, JT Miller, otra figura número uno del equipo, está ausente. Tras tomar una baja indefinida, regresó, pero su producción es anémica: sólo tres asistencias en seis partidos.
Peor aún, su falta de compromiso (ningún intento de disparo, sólo un control en el último partido) es fuertemente criticada.
Las tensiones entre Pettersson y Miller no hacen más que amplificar la crisis. Según varias fuentes, los dos jugadores tuvieron un altercado verbal y luego físico, que habría roto cualquier colaboración sobre el hielo.
Ayer, tras el partido, Pettersson acusó a los medios de Vancouver de inventarse este conflicto, pero todo el mundo sabe que el sueco miente.
Es una pena verlo. La forma en que miró hacia abajo, sin mirar a los medios a los ojos, lo decía todo. Estaba mintiendo… todo el tiempo. Para ver en el siguiente vídeo extracto:
El capitán Quinn Hughes y Rick Tocchet intentan calmar los ánimos, pero la fractura parece irreparable.
En este contexto explosivo, los Buffalo Sabres intuyen la oportunidad. Según Elliotte Friedman, Buffalo habría propuesto un traspaso monumental: Tage Thompson y piezas complementarias a cambio de Pettersson.
La idea atrae a los Canucks, que están desesperados por fortalecerse físicamente en la ofensiva.
Sin embargo, este intercambio sigue siendo hipotético. La cláusula completa de prohibición de cambios de Pettersson plantea un obstáculo importante.
Buffalo no es necesariamente un destino atractivo para el jugador sueco, conocido por ser selectivo en cuanto a sus preferencias geográficas.
La idea de ver a Elias Pettersson unirse a los Montreal Canadiens también enciende a algunos fanáticos. Pero para eso, Kent Hughes tendría que hacer un sacrificio colosal, incluyendo probablemente a Juraj Slafkovsky.
Esta opción parece muy improbable, ya que Hughes dejó claro que no sacrificaría el futuro del equipo por un jugador en crisis.
Más allá de Slafkovsky, los Canucks necesitarían otros activos importantes, como Kirby Dach. Este requisito enfría cualquier posibilidad de un intercambio que involucre a Montreal, especialmente porque Nick Suzuki es considerado intocable.
Las críticas a Pettersson no se limitan a sus actuaciones. Su actitud después de los partidos, donde a menudo aparece irritado y negando los problemas del equipo, se considera una falta de liderazgo.
Durante el último partido, Pettersson evitó a los medios de comunicación, mientras que Miller no apareció por ningún lado para responder preguntas.
Las expectativas para Pettersson eran inmensas luego de su extensión de contrato por ocho años y $92,8 millones. ($11,6 millones por año).
Hoy, este contrato parece ser una carga para la organización. ¿Están los Canucks listos para dejar atrás a su antigua estrella en ascenso y comenzar un nuevo ciclo?
Rick Tocchet, conocido por su franqueza, ha señalado públicamente las deficiencias de sus jugadores estrella. Mientras tanto, el director general Patrik Allvin sigue abierto a todas las propuestas.
Confirmó que el teléfono sigue sonando, pero aún no se ha concretado ningún intercambio.
El tiempo se acaba para Vancouver. Si Pettersson y Miller no pueden coexistir, la partida de uno de ellos parece inevitable.
Los Canucks deben tomar una decisión rápidamente antes de que esta crisis interna infecte a todo el equipo.
Elias Pettersson vive actualmente uno de los momentos más difíciles de su carrera. Su caída en el hielo y sus conflictos entre bastidores ponen en peligro su futuro en Vancouver.
Sus partidarios, frustrados por los resultados decepcionantes y los salarios altísimos, exigen cambios radicales.
Los Buffalo Sabres podrían ofrecer una salida, pero la decisión depende de Pettersson y su cláusula de no cambio.
Mientras tanto, Montreal parece fuera de carrera, ya que Kent Hughes no quiere sacrificar el futuro del CH por un jugador en crisis.
Para Pettersson, cada partido se convierte en una prueba.
Si no reacciona rápidamente, su historia con los Canucks podría terminar pronto, entre vergüenza y arrepentimiento.
Pero no será en Montreal. Juraj Slafkovsky está en Montreal para quedarse.
Mientras los rumores sobre Elias Pettersson encienden la NHL y algunos sueñan con un intercambio con Juraj Slafkovsky, una cosa está clara: el eslovaco es intocable.
No sólo representa el futuro del canadiense, sino que su impacto actual en el equipo demuestra que ya es una pieza clave, capaz de elevar el nivel de juego de todo un grupo.
Los Habs parecen tener dos caras esta temporada: la de un equipo que lucha cuando Slafkovsky desaparece, y la de un equipo formidable cuando el número 20 está en la cima de su juego.
Esta dualidad nunca ha sido más clara que durante la semana pasada. Con tres victorias consecutivas y sólo una derrota, el canadiense brilló gracias a un primer trío liderado por un Slafkovsky transformado, junto a Nick Suzuki y Cole Caufield.
En la victoria por 5-1 sobre los Red Wings, Slafkovsky demostró por qué es esencial para este equipo.
Su presencia física, su capacidad para proteger el disco y su lectura del juego permitieron al trío dominar en el cinco contra cinco, acumulando cerca del 75% de los intentos de tiro y el 72% de los tiros a puerta.
Esto no fue sólo una coincidencia: fue el resultado de un jugador totalmente comprometido.
Interrogado después de esta actuación, Slafkovsky dio una respuesta tan simple como reveladora:
“La diferencia es que yo patino. »
Es decir, mueve los pies, ataca el juego, crea oportunidades. Esta evolución también la destacan sus compañeros, que se maravillan de su fuerza en la posesión del disco y de su capacidad para imponer su ritmo.
Para Martin St-Louis, el entrenador, todo empieza con la preparación:
“Tener confianza es estar preparado. Te preparas para entrenar, antes del partido. Eres responsable de tu confianza. »
Slafkovsky claramente tomó en serio este mensaje. Gracias a su imponente tamaño, combinado con un juego más dinámico, causa enormes problemas a las defensas rivales, liberando espacio para sus compañeros y ampliando secuencias ofensivas.
El desempeño de Slafkovsky no puede reducirse a estadísticas crudas. Su influencia sobre el hielo va mucho más allá de los números.
Cuando está en pleno dominio de sus medios, transforma al canadiense en un equipo capaz de competir con los mejores.
Por eso Kent Hughes no tiene intención de sacrificarlo, ni siquiera por un jugador como Elias Pettersson.
Con sólo 20 años (Pettersson tiene 27), Slafkovsky es una pieza esencial del futuro del CH.
Los Canucks buscan fortalecerse ofensivamente y Slafkovsky encaja exactamente en ese perfil. Pero ofrecer un jugador de su calibre a una edad tan joven sería contraproducente para Montreal, sobre todo porque todavía está en ascenso.
En 2024, vender a un joven talento como él equivaldría a rodar en el pie un proyecto en pleno desarrollo.
Cuando Slafkovsky juega con confianza, se lleva a todo el equipo consigo. Sus compañeros, como Emil Heineman y Jake Evans, han subrayado: su presencia es contagiosa.
Ya sea dominando la posesión, involucrándose físicamente o creando chispas en las batallas, encarna el tipo de jugador que puede cambiar el curso de un partido.
Su asociación con Suzuki y Caufield también demuestra su valor estratégico. Al crear espacio para sus socios, amplifica su impacto, haciendo que la primera línea del canadiense sea aún más formidable.
El confiado Slafkovsky es un canadiense que gana.
En este sentido, mantenerlo en Montreal es mucho más que una decisión lógica: es una necesidad para construir un futuro ganador.
Para Kent Hughes, el debate está cerrado. Slafkovsky es intocable, no sólo porque es un jugador excepcional, sino también porque representa la identidad y el potencial de este canadiense en transformación.
Y mientras siga “moviendo los pies”, el equipo seguirá progresando con él.
Elias Pettersson puede irse a actuar a otro lado.