Para comprender mejor hacia dónde vamos con Donald Trump, es útil observar de dónde venimos y comprender cómo las ideas y crisis del pasado han allanado el camino para el orden político emergente.
Tomemos como guía a Gary Gerstle, profesor emérito de historia estadounidense en la Universidad de Cambridge y autor de El ascenso y la caída del orden neoliberal.
Define un orden político como “una constelación de ideologías, políticas públicas y grupos de votantes que dan forma a la política estadounidense más allá de un ciclo electoral”.
Así, la crisis de 1929 y la Gran Depresión que provocó pusieron fin al laissez-faire económico que había prevalecido hasta entonces. Este liberalismo clásico fue suplantado por el New Deal, la base del Estado de bienestar estadounidense, establecido por el presidente demócrata Franklin Roosevelt.
Según Gerstle, el New Deal se transformó en un orden político cuando se volvió transpartidista. El republicano Dwight Eisenhower, elegido presidente en 1953, consideró prudente mantener la regulación económica, el bienestar social y altos niveles de gasto público para contrarrestar la influencia del comunismo en todo el mundo.
A su vez, este orden político se vio duramente afectado por una crisis, la del petróleo de los años 1970, y por la alta inflación que siguió.
Por lo tanto, el neoliberalismo sucedió al orden del New Deal durante la década de 1980, bajo el liderazgo del presidente republicano Ronald Reagan, quien denunció la pesadez de un gobierno que restringía el dinamismo de la libre empresa y desaceleraba la innovación y el crecimiento.
Esta ideología se difundió con la libre circulación de ideas, personas, capitales y bienes que promovía. En el Reino Unido, su suma sacerdotisa fue Margaret Thatcher, la primera ministra conservadora que impuso la privatización, la desregulación y los recortes de impuestos con mano de hierro.
Posteriormente, el presidente demócrata Bill Clinton y, al otro lado del Atlántico, el Partido Laborista Tony Blair adoptaron una agenda neoliberal más moderada.
En Canadá, fue el Primer Ministro conservador Brian Mulroney quien firmó el primer tratado de libre comercio con Estados Unidos en 1988 y lanzó negociaciones para el segundo, extendido a México, en 1994. En Quebec, tanto los liberales como los PQ apoyaron firmemente esta liberalización comercial.
El gobierno liberal de Justin Trudeau, apoyado por los conservadores, negoció lo mejor que pudo la tercera versión del tratado de libre comercio, bajo las amenazas de Trump durante su primer mandato.
En diversos grados, los partidos principales se han unido en torno al orden neoliberal.
Según Gerstle, la crisis financiera de 2007-2008 asestó un golpe fatal al neoliberalismo. En el banquillo de los acusados está la desregulación del sector financiero aprobada por los demócratas durante el gobierno de Clinton. Muchos perdieron sus hogares y nunca aceptaron que ningún banquero fuera a prisión, mientras sus instituciones se salvaron con miles de millones en fondos públicos. La economía tardó casi diez años en recuperarse y las brechas de ingresos se ampliaron terriblemente, como lo demostró el economista francés Thomas Piketty.
En su primer mandato, Trump aprovechó el descontento popular para atacar dos artículos de fe del neoliberalismo: el libre comercio y la inmigración.
Luego, la contención de la COVID-19 y la alta inflación resultante aumentaron el resentimiento de quienes se quedaron atrás en las regiones desvitalizadas.
El demócrata Joe Biden entendió su mensaje. Contribuyó al surgimiento de un nuevo orden manteniendo los aranceles de Trump contra China, a la que los estadounidenses habían invitado a formar parte de la Organización Mundial del Comercio en 2001. Volvió a poner de moda la política industrial, movilizando miles de millones para la descarbonización de la economía y la fabricación de microprocesadores. . También aumentó la ayuda a las familias pobres y redujo la inmigración irregular.
Gerstle cree que el segundo mandato de Trump será decisivo para la dirección del nuevo orden que todavía se busca, dividido entre dos tendencias principales.
El primero, el del intervencionismo populista en la senda trazada por Biden, conserva lo esencial del Estado de bienestar y, en palabras del vicepresidente JD Vance, sitúa “Main Street sobre Wall Street”. El proteccionismo y el estricto control de la inmigración ocuparían un lugar central.
La segunda tendencia, más oscura y probable, anuncia un poder ilimitado para el presidente Trump, casado con una libertad ilimitada para los oligarcas libertarios de Silicon Valley, como Elon Musk.
Este orden autoritario incluiría una amplia desregulación y severos recortes al Estado. Sobre todo, plantearía una amenaza existencial a la democracia liberal, que hasta la fecha ha ido generalmente de la mano de diversas formas de liberalismo económico.
Además, marcaría el regreso del imperialismo estadounidense que subyuga a países aliados como Canadá.
El historiador Timothy Snyder, profesor de la Universidad de Yale, sugiere, en un irónico juego de palabras, llamar a la segunda tendencia dietética “Mump”, un acrónimo compuesto por las dos primeras letras de Musk y las dos últimas de Trump. También debes saber que “paperas”, con s, se traduce como paperas.
Te deseo de todo corazón un año nuevo sin Estar abatido en paperas.
¿Qué opinas? Participa en el dialogo.