El gobierno enfrenta un desafío más complejo de lo esperado con el proyecto de ley orgánica sobre el derecho de huelga. Bajo la presión de los sindicatos, el Ministro de Inclusión Económica, Pequeñas Empresas, Empleo y Capacidades, Younes Sekkouri, podría verse obligado a revisar a fondo el contenido de esta reforma, informa el diario Inspiraciones ecológicas en su edición del 13 de enero.
Aunque el texto haya sido validado por la Cámara de Representantes, sigue sujeto a posibles modificaciones durante su examen por la Cámara de Consejeros, donde actualmente se estudia en comisión antes de una sesión plenaria prevista para el 15 de enero. El ministro también afirmó que el gobierno estaba dispuesto a introducir “enmiendas sustantivas» para responder a las demandas de los trabajadores.
Sin embargo, estos ajustes pueden no ser suficientes para aliviar las tensiones. La mayoría de las centrales sindicales piden la retirada total del proyecto de ley. La Unión de Trabajadores Marroquíes (UMT), por ejemplo, boicoteó una reunión organizada por Younes Sekkouri el 8 de enero con representantes sindicales y la Confederación General de Empresas Marroquíes (CGEM), según el artículo.
En un comunicado de prensa, la UMT explicó su ausencia por la falta de voluntad real de liderar un diálogo serio y constructivo para mejorar el texto. Los sindicatos consideran que el paso del gobierno a la Cámara de Representantes, donde tiene una cómoda mayoría, es una medida unilateral. Estos últimos exigen un marco de negociación ampliado y estructurado para examinar cuidadosamente cada disposición del proyecto de ley orgánica núm. 97-15 que regula las condiciones y modalidades del ejercicio del derecho de huelga.
La Confederación Democrática del Trabajo (CDT), por su parte, subrayó “la importancia de integrar este proyecto en la agenda del diálogo social, al igual que otras reformas sociales en curso. Los sindicatos consideran que el texto actual vulnera la libertad de huelga de los trabajadores y exigen, no sólo su retirada, sino también el establecimiento de mecanismos inclusivos de diálogo sectorial y social, al tiempo que se fortalecen las libertades sindicales.».
Ante esta situación, Younes Sekkouri tendrá que decidir sobre posibles concesiones. Sin embargo, la impresión general es que esta reforma se llevó a cabo de manera apresurada, provocando un descontento generalizado y reavivando las tensiones sociales. Aunque el gobierno se ha basado en el acuerdo social de abril de 2024 para calmar las relaciones con los interlocutores sociales, la gestión de este proyecto corre el riesgo de complicar el próximo año social. Las negociaciones en la Cámara de Consejeros podrían reproducir los mismos bloqueos que en la Cámara de Representantes, acentuando la división entre el gobierno y los sindicatos.