lEl plan “Mayotte permanente”, anunciado después de Navidad en la devastada isla por el Primer Ministro François Bayrou y el nombramiento de un Ministro de Estado encargado de los Territorios de Ultramar, Manuel Valls, han reavivado la esperanza. Sin disipar los temores de los mahoraíes y, más ampliamente, los de los franceses que viven en territorios de ultramar bajo tensión.
Este es el caso de Nueva Caledonia, donde la crisis política continúa después de los disturbios de mayo de 2024 que pusieron de rodillas a la economía. Pero también en las Antillas, donde hay protestas contra el elevado coste de la vida, en Guyana bajo presión migratoria o en Reunión, que teme por su modelo de integración. Una descripción general rápida.
1. El extranjero ya no quiere ser “periférico”
Fueron llamados “DOM-TOM”, acrónimo cuya musicalidad evocaba los tam-tams africanos, de ahí su persistente popularidad en el vocabulario. Sin embargo, los 2,8 millones de franceses repartidos en 120.000 km² en otros continentes tienen dificultades para ser esencializados en la exótica y poscolonial Francia como una isla paradisíaca cuando sus lugares de vida son tan diversos, sus problemas evidentes y sus estatus tan diferentes. “El extranjero es para Francia lo que las provincias para París”, bromea el geógrafo de Niza Jean-Christophe Gay.
La palabra “metrópolis” conlleva demasiadas insinuaciones sobre su llamada “periferia”, los Ultramarines prefieren “Hexágono”. ¿No han sido San Pedro y Miquelón, en Canadá, franceses desde 1604 y Cayena la Guyana desde 1614, mucho antes de que Saboya y Niza fueran anexadas a Francia? Estas aguas de ultramar no sólo son tropicales sino también frías: piense en Clipperton, Kerguelen, Adelia Land y otras “tierras del sur y la Antártida” pobladas por pingüinos e investigadores abrigados.
2. Mayotte o la emergencia postciclónica
Mientras que esta tarde se activará la alerta roja por el ciclón Dikeledi, la isla de Mayotte, “departamentalizada” en 2011, ya concentraba sus desventajas antes de que cayera sobre ella el Chido: insularidad, pobreza, ciertamente relativa en su entorno regional pero muy real, incontrolable. Inmigración nacida de la atracción de otros comoranos por este frágil El Dorado, escasez de agua, dependencia económica.
La reconstrucción a gran escala impuesta por el ciclón es un desafío tal que la comparación con la restauración de Notre-Dame de París era necesaria, incluso para los responsables de la toma de decisiones. Será necesario, como ocurrió con la catedral incendiada, eludir las normas administrativas y unificar el mando para poner a Mayotte de nuevo en pie. Sin estar seguros de poder dejar atrás la reaparición de desvencijadas chozas de chapa en los barrios marginales de Mamoudzou. Este 13 de enero, un mes después de Chido, el inicio del año escolar anunciado mientras un tercio de las escuelas están en pie o todavía ocupadas por miles de víctimas encarna la dificultad de traducir el voluntarismo público en acción.
3. Preocupa el encuentro multicultural
El mestizaje es el orgullo de los habitantes de la Reunión. Las poblaciones convergieron en este volcán anteriormente deshabitado. Los indios son “malbar”, los musulmanes del Gujarat indio son “zarab”, los descendientes de esclavos africanos son “kaffirs”, los metropolitanos franceses son “zorey”, los criollos blancos de las alturas son “yab”, sin olvidar a los chinos. y los malgaches. De esta mezcla surgió una auténtica identidad “reunionesa” donde se mezclan el templo, la iglesia y la mezquita, al igual que los sabores y las danzas.
Al inicio del año escolar, un tercio de las escuelas están en ruinas o todavía ocupadas por miles de víctimas
Pero este modelo multicultural está tambaleándose. Sobre todo desde que los “Komor” (familias mahorenses que han atravesado los 1.400 kilómetros que separan las dos islas) se han invitado al pie del Pitón de la Fournaise, atraídos desde hace años por la enorme diferencia en el nivel de vida. Sin embargo, ha surgido una división entre estos recién llegados a pesar de sus esfuerzos de integración. Sobre todo porque las bandas de menores comorenses no acompañados están proliferando, las víctimas están acudiendo en masa desde Mayotte y la manifestación nacional está alimentando el discurso antimahorés.
4. En Nueva Caledonia, el estatus imposible de rastrear
Ensombrecido por los acontecimientos actuales en Mahor, el enigma de Nueva Caledonia está lejos de resolverse, aunque la decisión de Michel Barnier de congelar la revisión de las listas electorales y aplazar las elecciones provinciales hasta finales de 2025 ha contribuido a calmar los ánimos. Muestra de la fragilidad de la situación en Numea, el presidente independentista del gobierno colegiado de la isla, Louis Mapou, cayó en Navidad, abandonado por algunos de sus partidarios, y fue sustituido por Alcide Ponga, un LR de una familia canaca no independentista. .
La disputa se refiere al método de financiación por parte del Estado para la reconstrucción del territorio después de los disturbios de mayo de 2024 que dejaron 14 muertos, más de dos mil millones de euros en daños y supusieron un terrible golpe al tejido económico de “Caillou”. ¿Debería pagarse el dinero en forma de préstamos condicionados a reformas como las que había aceptado Louis Mapou, provocando la deserción de un partido aliado? Alcide Ponga, procedente del sector minero, que sigue siendo el principal empleador privado a pesar de la crisis del níquel, tendrá que decidir.
5. Antillas y Guyana, la vida es demasiado cara
Guyana en 2017, Mayotte en 2018, Guadalupe en 2021, Martinica en 2024: las protestas contra el elevado coste de la vida son recurrentes en los departamentos de ultramar (DOM). Las razones son conocidas: allí se importan masivamente productos alimenticios y la distribución se concentra en beneficio de un puñado de operadores. A esto se suma la práctica del “dock fee”, un antiguo impuesto a las importaciones que la aduana paga a los municipios y que garantiza su autonomía financiera: difícil de tocar, por tanto.
Las diferencias de precios –no sólo de los alimentos– con Francia se hacen sentir tanto más cuanto que persiste el retraso en los Territorios de Ultramar, visible en numerosos indicadores: renta de los hogares, mortalidad infantil, desempleo, fracaso escolar, igualdad de oportunidades, número de beneficiarios del RSA, acceso al agua potable, viviendas insalubres. Los habitantes de Martinica y Guadalupe también deben gestionar las consecuencias para la salud a largo plazo de la exposición a la clordecona, este pesticida utilizado de 1972 a 1993 en las plantaciones bananeras.