A En los albores de la CAN 2025 y del Mundial de 2030, Marruecos se encuentra ante una oportunidad histórica: situar estos acontecimientos en el centro de una dinámica de transformación económica y social. Pero esta apuesta se basa en un pilar central: el papel de las instituciones financieras marroquíes, a la vez impulsoras de la financiación y artífices de una estrategia sostenible e inclusiva. La organización de la CAN y del Mundial requiere inversiones estimadas en 50 mil millones de dírhams. La modernización de estadios, la construcción de complejos hoteleros, el fortalecimiento de las redes de transporte y la transición digital son proyectos estratégicos.
Según Said Tahiri, economista, “las instituciones financieras marroquíes desempeñan un papel fundamental en esta dinámica. Su capacidad para estructurar financiación innovadora es crucial para garantizar la realización de estos proyectos a gran escala, al tiempo que atrae a inversores internacionales. Entre las herramientas a su disposición, la emisión de bonos verdes parece ser una solución estratégica. Estos instrumentos permiten movilizar fondos para infraestructuras respetuosas con el medio ambiente, al tiempo que refuerzan el atractivo de Marruecos para los inversores internacionales sensibles a las cuestiones climáticas. “Estos bonos podrían financiar proyectos como estadios ecorresponsables, redes de transporte bajas en carbono o incluso soluciones energéticas sostenibles”, explica Tahiri. Este enfoque se inscribe en la voluntad de Marruecos de hacer de estos eventos un modelo de sostenibilidad.
Asociaciones público-privadas: clave para la viabilidad
Ante la magnitud de las necesidades financieras, las asociaciones público-privadas (APP) representan una palanca esencial. Permiten compartir riesgos, movilizar importantes recursos y garantizar la eficiencia operativa de los proyectos apoyándose en la experiencia complementaria de los sectores público y privado. Tahiri ilustra la importancia de estos mecanismos: “Qatar, para el Mundial de 2022, ha invertido 220 mil millones de dólares, una parte importante de los cuales a través de APP.
Inspirándose en este modelo, Marruecos podría movilizar entre el 30 y el 40 % de las necesidades financieras para estos acontecimientos, lo que reduce así la carga sobre las finanzas públicas entre 15 y 20 mil millones de dírhams. El economista, sin embargo, advierte: “El éxito de las APP depende de la transparencia, un marco regulatorio claro y una distribución equitativa de los beneficios”. El papel de las instituciones financieras marroquíes no se limita a proporcionar capital. También son responsables de estructurar financiaciones complejas adaptadas a las necesidades específicas de los proyectos. Su experiencia en préstamos sindicados, por ejemplo, permite compartir riesgos entre varios actores financieros, posibilitando así proyectos de gran envergadura. Al mismo tiempo, estas instituciones actúan como catalizadores al movilizar fondos especializados.
Estos vehículos de inversión, dedicados a infraestructuras deportivas y turísticas, concentran capital en prioridades estratégicas, al tiempo que ofrecen rentabilidades atractivas a los inversores. Además, su función se extiende al apoyo a los inversores extranjeros. Como relevo local, facilitan la navegación en los marcos regulatorios marroquíes, ofrecen asesoramiento sobre la estructuración de proyectos y garantizan la credibilidad de los compromisos financieros asumidos por el país. Este enfoque proactivo refuerza el atractivo de Marruecos para el capital internacional.
Riesgos de deuda y desafíos técnicos
A pesar de su importancia, las instituciones financieras marroquíes enfrentan obstáculos estructurales y cíclicos. La disponibilidad de liquidez sigue siendo un desafío importante: muchos bancos locales luchan por movilizar recursos suficientes para proyectos de esta escala, debido a ratios de capital a menudo limitados. El riesgo de sobreendeudamiento es otra preocupación. Con una deuda pública que representa el 69% del PIB, Marruecos debe navegar con cautela para evitar una presión excesiva sobre sus finanzas públicas. A esto se suman los desafíos técnicos: la estructuración de APP o financiamientos complejos requiere ingeniería financiera y legal de vanguardia, que a veces es difícil de encontrar localmente. Finalmente, la incertidumbre económica y la rentabilidad a largo plazo de los proyectos son puntos de vigilancia.
Las fluctuaciones macroeconómicas podrían frenar el apetito de los inversores a menos que un marco de gobernanza riguroso y una planificación estratégica puedan mitigar estos riesgos. Según Tahiri, “para superar estos desafíos será necesaria una mayor colaboración con instituciones internacionales, capaces de proporcionar conocimientos técnicos, apoyo financiero y una mayor credibilidad a la hora de poner en marcha proyectos”. El éxito de los proyectos vinculados a la CAN 2025 y al Mundial 2030 podrían generar importantes beneficios económicos. Estos acontecimientos no sólo deberían aumentar el PIB nacional entre un 1 y un 2%, sino también crear cerca de 150.000 puestos de trabajo directos y 500.000 indirectos, al tiempo que reforzarían el atractivo de Marruecos para los inversores internacionales.
Pero más allá de las cifras, estos acontecimientos ofrecen una oportunidad única para rediseñar el modelo económico marroquí. “Las instituciones financieras marroquíes no son sólo actores financieros: son los arquitectos de una visión estratégica que hará de Marruecos un líder regional en infraestructuras deportivas y turísticas”, concluye Tahiri. Con una estrategia financiera innovadora y una gobernanza ejemplar, Marruecos podría transformar estos eventos deportivos en catalizadores de una transformación económica y social duradera. El desafío es inmenso, pero también lo es la oportunidad de reinventar su futuro.
