La tragedia de Zakaria Radouane reaviva el debate sobre la repatriación de los restos encontrados en Argelia. Cuando el destino humano se convierte en un instrumento político en manos del fallido régimen argelino. Desde principios del pasado mes de abril, el cuerpo de Zakaria reposa en una morgue argelina y las llamadas de socorro de su familia han continuado sin respuesta alguna por parte de las autoridades argelinas.
Todo empezó el 9 de marzo de 2024 cuando Zakaria Radouane, un joven de M’diq, se hizo a la mar con la esperanza de llegar a Sebta en busca de un futuro mejor. Pero el destino decidió otra cosa… Y a partir de ahí, la vida de toda una familia dio un vuelco.
Hespress FR pudo ponerse en contacto con el hermano del fallecido, quien nos contó la trágica suerte de Radouane: “ En lugar de llegar a las costas españolas, fue el fondo del mar el que le dio la bienvenida. Su cuerpo fue encontrado varado en las playas de Argelia, en Aïn Témouchent, el 1 de abril de 2024, tras una espera de unos veinte días.“, nos dijo.
La familia de Zakaria, desolada, tomó una iniciativa que parecía sencilla: recuperar el cuerpo de su hijo. Un enfoque que, en un “paga“Normal, sería tan trivial como pedir información a un directivo. Pero ahora están lidiando con Argelia, y allí la simple repatriación se convierte en una hazaña logística digna de las mayores epopeyas.
La familia, desconsolada por la pérdida de su hijo, intentó en varias ocasiones ponerse en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Cooperación Internacional y Marroquíes Residentes en el Extranjero. En espera, los seres queridos del difunto sólo tienen que implorar a la fuerza divina para que el proceso siga adelante.
A los 25 años, en busca de un Eldorado europeo, Zakaria abandona la vida para siempre, dejando atrás sueños inconclusos y una familia en apuros.
En cuanto a las autoridades argelinas, visiblemente demasiado absortas en sus propias preocupaciones internas, mostraron una reactividad digna de un caracol bajo la influencia de un somnífero. Repatriar un cuerpo –incluso el de un joven ahogado en sus aguas– parece tan complejo como lanzar una misión espacial. Y todo ello, por supuesto, en detrimento de la afligida familia que, entre trámites administrativos y retrasos burocráticos, sigue esperando que su hijo sea enterrado y finalmente descanse en paz.
El verdadero problema, sin embargo, no es simplemente la lentitud de las autoridades. No, lo verdaderamente chocante es la lógica que rige esta situación. ¿Repatriar un cuerpo? ¡Una formalidad! Pero en una Argelia donde la burocracia se convierte en un laberinto, parece que recuperar un restos es más difícil que cruzar el desierto a pie. Entre documentos que completar, autorizaciones que obtener y el inefable “tiempo de tramitación” de las solicitudes, la familia de Zakaria se encuentra atrapada en una vorágine administrativa digna de las peores películas de terror.
Y mientras tanto, los ruidos de los pasillos sugieren que la familia quizás tenga que “ espera un poco más“. No es la primera vez que Argel decide retrasar la repatriación del cuerpo, utilizando el drama para alimentar una retórica hostil hacia Rabat. Esta situación ilustra una tendencia bien conocida del poder totalitario argelino, a saber, explotar las tragedias humanas con fines políticos.
Irónicamente, este drama resalta una cuestión que va más allá de la tragedia personal de Zakaria. Ilustra una realidad mucho más amplia: la de una gestión burocrática que “pisotea” la dignidad humana. Y mientras la familia espera que el mar se digne devolver lo que se ha llevado, la pregunta sigue sin respuesta: ¿hasta cuándo Argelia ignorará el sufrimiento de quienes luchan, no sólo contra el mar, sino también contra montañas absurdas de papeleo?