Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá, ambiciones geopolíticas populistas bajo el discurso del MAGA

Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá, ambiciones geopolíticas populistas bajo el discurso del MAGA
Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá, ambiciones geopolíticas populistas bajo el discurso del MAGA
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Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá ilustran ambiciones geopolíticas exacerbadas durante la era Trump. Aunque su relación con Estados Unidos es diferente, estos territorios encarnan elementos estratégicos cruciales, donde convergen recursos, soberanía y control geoestratégico.

Las recientes declaraciones de Trump que indican que Canadá podría convertirse en 51mi El Estado americano, al reiterar su interés en comprar Groenlandia o incluso considerar tomar el control del Canal de Panamá por la fuerza, refleja una visión desinhibida y populista de las relaciones internacionales.

Una adquisición estratégica

Groenlandia, por su posición geográfica y sus vastos recursos naturales, está en el centro de las rivalidades árticas. Las ambiciones estadounidenses con respecto a este territorio no son nuevas. La oferta pública de adquisición realizada por Trump en 2019 conmocionó a la comunidad internacional. Esta iniciativa, percibida como una provocación, ya reflejaba claramente el creciente interés de Estados Unidos por el Ártico, una región codiciada por sus hidrocarburos, sus tierras raras y su papel clave en el futuro comercio marítimo.

Trump justificó sus nuevas medidas con argumentos económicos y estratégicos, diciendo que Groenlandia sería un activo vital para contrarrestar la influencia china y rusa en la región. El martes llegó incluso a negarse a descartar la posibilidad de utilizar la fuerza para anexionarlo. Si Dinamarca ha rechazado firmemente tal escenario, ilustra el deseo de Washington de remodelar el equilibrio de poder en el Ártico.

¿Un vecino para anexar?

Las relaciones entre Trump y Canadá, históricamente socios y vecinos, han estado marcadas por tensiones crecientes. Si la renegociación del TLCAN (ahora CUSMA) puso de relieve un proteccionismo combativo, las recientes declaraciones de Trump sobre la posibilidad de anexar Canadá como Estado número 51 han reavivado los debates sobre la soberanía canadiense.

Estos comentarios, aunque percibidos como provocativos, reflejan una visión expansionista y utilitarista de la política exterior estadounidense. Canadá, con sus vastos recursos naturales y su papel estratégico en América del Norte, es un aliado esencial, pero también un objetivo simbólico para las ambiciones populistas de Trump. Esta postura pone en duda la dinámica tradicional de respeto mutuo entre estas dos naciones.

Un tema bajo tensión

Una infraestructura clave para el comercio global, el Canal de Panamá ha sido un símbolo de la proyección del poder estadounidense desde principios del siglo XX.mi siglo. Aunque ha estado bajo soberanía panameña desde 1999, Trump sugirió recientemente que Estados Unidos podría considerar recuperar el control por la fuerza si la situación lo exigiera.

La declaración refleja una creciente preocupación por la creciente influencia de China en la región, particularmente a través de inversiones masivas en infraestructura estratégica. El canal, como cruce marítimo global, sigue siendo una cuestión clave en las luchas por la influencia entre las grandes potencias.

Violencia simbólica

Estas declaraciones, aunque provocativas, son parte de una estrategia de violencia simbólica característica de la era MAGA (Make America Great Again). En lugar de recurrir directamente a la fuerza militar, Trump ha utilizado a menudo discursos y posturas populistas para imponer un replanteamiento de las relaciones internacionales. Groenlandia se convierte en un activo económico, Canadá en un vecino a integrar y el Canal de Panamá en una infraestructura a asegurar.

Este enfoque, alineado con la retórica nacionalista, apunta a reposicionar a Estados Unidos como líder indiscutible frente a amenazas reales o percibidas. Sin embargo, esta geopolítica trumpiana ha exacerbado las fracturas simbólicas y diplomáticas, tanto con aliados tradicionales, como Canadá, como con socios comerciales, como Panamá.

Si bien refleja una continuidad en las ambiciones estadounidenses, su carácter desinhibido y su alineación ideológica con la ideología MAGA marcan una ruptura en las modalidades de ejercicio del poder. Estas tensiones plantean interrogantes sobre las consecuencias a largo plazo de sus decisiones, tanto para Estados Unidos como para los equilibrios globales.

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