¡Frente a las provocaciones de Argelia, Francia debe golpear la mesa con el puño!

¡Frente a las provocaciones de Argelia, Francia debe golpear la mesa con el puño!
¡Frente a las provocaciones de Argelia, Francia debe golpear la mesa con el puño!
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Ante las provocaciones de Argelia, es hora de que Francia reafirme su soberanía. El episodio del regreso a Francia del influencer “Doualemn” por parte de las autoridades argelinas marca un punto de inflexión en una relación ya de por sí tensa. Este hombre, detenido en Montpellier por llamamientos a la violencia, había sido deportado legalmente a su país de origen. Pero Argel, en un gesto tan inédito como provocador, optó por enviarlo de regreso a suelo francés, ignorando así las normas diplomáticas más básicas.

Este comportamiento, calificado por Bruno Retailleau como un intento de humillación, ilustra una estrategia deliberada de desestabilización. Pero este incidente no puede considerarse un hecho aislado. Se inscribe en una serie de hostilidades manifiestas recientes: el escandaloso encarcelamiento del escritor Boualem Sansal, voz luminosa de la libertad de expresión frente a un régimen autoritario, o la obstinada negativa de Argelia a reincorporar a sus nacionales sujetos a obligaciones de salida. Territorio francés (OQTF).

“Argelia sigue explotando el pasado para justificar la propaganda antifrancesa”

Francia ya no puede tolerar semejante postura de falta de respeto. Desde 1962, ha demostrado un sacrificio ejemplar al reconocer las páginas oscuras de su historia colonial. Se han pedido disculpas, se han abierto archivos, se han multiplicado los gestos de reconciliación. El presidente Macron está personalmente comprometido con este deber de recordar. Y, sin embargo, Argelia sigue utilizando el pasado para justificar la propaganda antifrancesa. Se deleita en el papel de víctima histórica para enmascarar sus propios fallos internos.

aumentar la presión

Hay que responder a esta estrategia de resentimiento con firmeza inequívoca. Francia debe recordar que su paciencia no es infinita. Es imperativo enviar un mensaje claro: los intereses franceses ya no son negociables.

Esto requiere medidas concretas. Reducir drásticamente el número de visas concedidas a ciudadanos argelinos si persisten las provocaciones. Condicionar las transferencias de dinero, que representan varios miles de millones de euros al año, al cumplimiento recíproco de los compromisos asumidos; si las provocaciones continúan, bloquear las transferencias. Suspender la ayuda al desarrollo mientras Argel adopte una actitud de confrontación. Finalmente, ejercer presión económica específica en los sectores bancario o energético para recordarle al régimen argelino que Francia tiene poderosos medios de acción.

El resto después de este anuncio.

Estas medidas no constituyen una declaración de guerra, sino una afirmación de soberanía. Francia, fuerte en su historia y en sus principios, debe expresarse en un lenguaje comprensible en Argel: el de la determinación. Nada ha cambiado desde Tucídides, “Los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben soportar. » Francia es una potencia importante y no puede tolerar que la traten con tanto desprecio.

Instrumentalización de la guerra de Argelia

Además, Argelia aprovecha, a través de sus medios de comunicación nacionales y de sus redes sociales, la presencia de ciudadanos argelinos y franco-argelinos en suelo francés para difundir un discurso antifrancés. Durante años se han mantenido historias galófobas, alimentadas por la explotación y distorsión de acontecimientos vinculados a la guerra de Argelia. En nuestro suelo, esta influencia insidiosa no puede quedar sin respuesta. Francia debe mostrarse intratable frente a quienes, so pretexto de la libertad de expresión, propugnan el odio o el terrorismo.

“El objetivo último sigue siendo la reconciliación, pero ésta sólo puede existir en un marco de igualdad y respeto mutuo”

Si los jóvenes franco-argelinos o argelinos pretenden cometer delitos o incitar a la violencia, se deben aplicar duras penas, acompañadas de expulsiones sistemáticas. La cuestión de la pérdida de la nacionalidad para personas con doble nacionalidad culpables de tales actos merece ser estudiada seriamente. No se trata de estigmatizar, sino de proteger la seguridad del país y afirmar que nadie puede desafiar impunemente las leyes de la República Francesa. La ingenuidad ya no tiene su lugar; La firmeza es un requisito imperativo.

El objetivo final sigue siendo la reconciliación, pero ésta sólo puede existir dentro de un marco de igualdad y respeto mutuo. Francia, al dejar de rebajarse ante un pasado constantemente blandido como arma, podrá redefinir las bases de una relación sana y duradera con Argelia. Es hora de que las medias tintas dejen paso a la firmeza. Están en juego la dignidad de Francia y la confianza de su pueblo en sus dirigentes.

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