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Marruecos, con su ambiciosa estrategia en materia de energías renovables, apuesta por alcanzar un nuevo hito: el de la fabricación de baterías eléctricas. El objetivo es claro: convertirse en uno de los líderes mundiales de esta industria estratégica de aquí a 2030. Este proyecto se inscribe en una dinámica de transición energética y económica que podría impulsar al Reino al corazón de la revolución de la movilidad eléctrica.
Según un informe de la revista belga Global Fleet, Marruecos aspira a convertirse en el primer exportador mundial de baterías eléctricas, con destino principalmente a Europa y América. Esta estrategia se basa en innegables ventajas geográficas y económicas. La proximidad a Europa, principal mercado de los vehículos eléctricos, y la riqueza de recursos naturales marroquíes, como el fosfato, crucial para la fabricación de baterías de litio-hierro-fosfato (LFP), son grandes ventajas.
Además de su posición estratégica, Marruecos se beneficia de su experiencia en el sector del automóvil. Desde 2018, se ha convertido en el líder indiscutible de la industria automovilística en África, atrayendo a gigantes como Renault y Stellantis. Esta experiencia podría trasladarse fácilmente a la producción de baterías. El ejemplo del proyecto “Gotion Power”, liderado por la empresa china Gotion High-Tech, ilustra esta dinámica con una inversión de 6.300 millones de dólares para una fábrica en Kenitra, con el objetivo de producir 100 gigavatios hora al año.
Marruecos también apuesta por una transición energética verde con inversiones en parques solares y eólicos, para impulsar la producción de baterías de manera sostenible. El gobierno ya ha lanzado iniciativas para fortalecer la investigación y la innovación tecnológica, particularmente en baterías LFP, reconocidas por su robustez y longevidad.