Dos buques insignia de la economía francesa se encuentran en una situación desesperada. Empecemos con producción de automóviles. En 2024, Francia debería haber fabricado menos de un millón de unidades, como en 2023, cuando produjimos 950.000 vehículos en las fábricas de Renault, Stellantis y Toyota: es la cifra más baja desde 1960. Y es una cuarta parte de la producción más alta que hemos registrado. , a mediados de la década de 1990.
Esta caída puede explicarse, en primer lugar, por la pérdida de competitividad de la Francia industrial. Los costes son demasiado elevados y el posicionamiento de las marcas no permite cobrar precios elevados. De ahí un efecto mandíbula que ha provocado deslocalizaciones masivas. También debemos mencionar el aumento del poder de los países emergentes en las últimas décadas.
Los otros países automovilísticos europeos, Alemania e Italia, no corrieron la misma suerte. En 1960 éramos cuartos en el mundo, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, y mantuvimos este lugar hasta el año 2000, cuando fuimos superados por China. En 2010, por Brasil, India, Corea y España. Luego otra vez por Canadá, Tailandia e Indonesia. En 2022 solo ocuparemos el undécimo lugar en el mundo. El Reino Unido e Italia están peor, están fuera de los quince primeros puestos. Pero Alemania y España lo están haciendo mejor, están por delante de nosotros.
Una quinta parte de la economía francesa en caída libre
El otro sector que sufre grandes dificultades es el de la vivienda. Además con una figura increíble, La producción de viviendas nuevas en Francia en 2024 será de 250.000, la cifra más baja desde 1953.según la Federación Francesa de la Construcción y su jefe, citado en Le Figaro. Este sector está experimentando un verdadero colapso, iba a decir que está cayendo como una piedra. En el origen, encontramos el aumento de los precios y de las tasas de interés, la falta de tierra disponible asociada a una problemática sobrerregulación. Se estima que se necesitarían 500.000 viviendas al año para cubrir las necesidades de los franceses, el doble de lo que se construirán en 2024.
El presupuesto de Michel Barnier preveía determinadas medidas, como la facilitación de donaciones dentro de una familia para la compra de una vivienda habitual o la ampliación del préstamo sin interés, pero todo esto estalló en la censura. En total, estos dos registros de 70 años indican considerables regresiones francesas. En dos sectores clave de la economía, el automóvil y la vivienda, que deben representar cada uno cerca del 10% del PIB francés, y al menos la misma cantidad del empleo. Se trata de una quinta parte de la economía francesa que está en caída libre.
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