Benjamin Dutreux, actualmente 14º, al patrón de Vendée le hubiera gustado sin duda permanecer en el grupo de cabeza junto a su amigo Sébastien Simon. Sin embargo, la brecha con los nuevos foilers más rápidos se ha vuelto demasiado grande. Como ocurre con el resto de la flota, el Océano Índico es implacable y pone a prueba a los patrones y sus barcos. Frío cortante, humedad persistente y depresiones impredecibles: así es el día a día de Benjamin Dutreux actualmente en el Océano Índico, como parte de la Vendée Globe. Entre decisiones estratégicas para controlar el tiempo y consejos ingeniosos para afrontar condiciones extremas, el patrón del entorno GUYOT – Water Family avanza, a menudo arrastrado por olas espectaculares, mientras busca la trayectoria ideal hacia el cabo Leeuwin, el segundo gran hito de su carrera. gira mundial.
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« Hay sol y eso se siente bien porque en este momento hace mucho frío. El agua está a 7°C y el ambiente es súper húmedo. Hay mucha condensación en el barco. Hace que gotas de agua caigan por todas partes. No es lo más agradable”, afirma Benjamin Dutreux, que desarrolla técnicas sioux para mantener su equipo al menos seco. “Cada vez que tengo ropa mojada intento meterla en bolsas un tanto impermeables cuando vuelvo de una maniobra en cubierta. Cuando voy a dormir la siesta, los pongo en la zona, siempre un poco calentita, donde están las pilas y la electrónica. Además, cada dos días, cuando tengo que cargar el motor, conecto una pequeña manguera que me permite tener aire caliente. Funciona en general, ¡pero todavía no tengo la solución ideal para los pies! », relata el Sablais, que por el momento se enfrenta a un viento que se ha calmado un poco y le impulsa bien en la dirección correcta, en un terreno de juego que, sin embargo, sigue siendo muy accidentado.
Gestionar el sutil equilibrio entre estrategia y asunción de riesgos
“El mar todavía está bien formado, pero va en la dirección correcta. Así, se desliza suavemente”, añade el marinero que se rasca la cabeza para encontrar la lona adecuada, lo que le obliga a actuar regularmente como equilibrista. “Nunca me apetece mucho maniobrar en la parte delantera del barco cuando me meto en las olas, así que intento en la medida de lo posible encontrar una configuración que me permita hacerlo todo”. El problema es que la tarea no es fácil porque los sistemas están interconectados a gran velocidad, hasta el punto de que los momentos de respiro son muy raros. “El programa es “depresiones, si quieres unas ahí las tienes”. Hay uno que se está creando justo frente a nosotros. Llegaremos mañana con una corriente bastante fuerte porque desde ayer no ha hecho más que aumentar”, advierte Benjamin, que por tanto debería volver a enfrentarse a entre 30 y 35 nudos de viento. “He trasluchado bastante temprano para no quedar atrapado en ceñida, entre ésta y la zona de exclusión antártica, lo cual no sería nada bueno”, continúa el navegante. Recientemente, se ha dirigido al norte para evitar a los peores, sabiendo que detrás de él, toda una colonia lo seguirá hasta pasar el cabo Leeuwin. Un cabo donde “un trozo grande”, como él dice, podría cerrarle completamente el paso. Así que continuará.