Tanto más esperado cuanto que la defensa de este último reveló una primera ruptura entre los acusados. Al intentar desvincularnos, cargamos un poco a los demás. Y en este caso, el cursor se colocó sobre Michael Wainwright. Es el formidable y experimentado señor Daniel Kinzer quien aboga por él ante el Tribunal Penal Federal de Bellinzona. Pide la absolución del británico, que “no jugó ningún papel” en la celebración de los nueve lucrativos contratos firmados por Trafigura y en los pagos presuntamente corruptos realizados entre 2009 y 2011 a Paulo Gouveia Junior a través de dos canales distintos.
“Podemos hacerlo peor”
Comienza criticando a este Ministerio Público de la Confederación (MPC) que pidió cuatro años de prisión. La pena máxima es de cinco años, y visto el paso del tiempo, esto equivale a considerar que “no podemos hacerlo peor” que Michael Wainwright. Sin embargo, “podemos hacerlo peor”, según el abogado. ¿Su colaboración fue “execrable”, dicen? Quizás “minimizó” su poder, que sus recuerdos eran difusos, pero “no se evadió”, “simplemente entregó su verdad”. Por pudor, por moderación, admitió que no lo sabía todo. Quizás incluso “no hizo todo bien”, mostrando “a lo sumo” “negligencia”, pero “se mantuvo en el lado derecho de la línea de la cresta”.
Para demostrarlo, Daniel Kinzer siguió el hilo cronológico para secuenciar los hechos, diseccionarlos jurídicamente para deshacer mejor el pacto corruptor, transformándolo en una serie de acontecimientos que anulan la “unidad natural de acción”. Esta unidad de acción es de gran importancia. Negarlo significa prescribir pagos realizados a través del primer canal, sacando a su cliente del pacto sellado, según la acusación, los días 7 y 8 de abril de 2009, cuando llegó el director de Sonangol Distribuidora, filial de la petrolera nacional de Angola. en Ginebra. Estos elementos son decisivos para valorar la intención de Michael Wainwright respecto de estos hechos, y comprender si actuó con conciencia y voluntad.
El «M. Angola» compartimentos
“Hay que ponerse a la altura de los ojos”, continúa el abogado. Para sembrar dudas sobre su conocimiento del trasfondo corruptor de los pagos, es necesario abrumar a Mariano Marcondes Ferraz, el “Sr. Angola” de Trafigura. Este brasileño, “de buena reputación” cuando ingresó a la firma en 2007, “compartimentó”, ya que se estableció que había corrompido en Brasil sin el conocimiento de sus asociados. Este hombre que “pasa días felices en su villa de lujo” habría procedido del mismo modo en el sur de África. De hecho, fue él quien creó la sociedad offshore desde la que se realizaron los primeros pagos y dio los pasos para que Paulo Gouveia Junior pudiera abrir una cuenta en Crédit Agricole, a través de su propio gerente. La carta de recomendación emitida por Trafigura a tal efecto “contiene una firma similar” a la de Michael Wainwright. Esto es insuficiente y no demuestra que supiera que los fondos estaban destinados a un funcionario público y menos aún que fueron otorgados como contraprestación por los contratos.
Tampoco podemos imputarle el delito por omisión; no ocupa esta “posición de garante” que le habría obligado a impedir los pagos, incluidos los del segundo canal, a través del intermediario TP. El posible fraude no encuentra el favor del abogado: “Habría sido necesario poder excluir con casi certeza la legalidad de los pagos”. Sin embargo, en aquella época era común recurrir a intermediarios para abrir los mercados petroleros.
Al fin y al cabo, concluye Daniel Kinzer dirigiéndose a los jueces, Michael Wainwright debe ser absuelto porque ha llegado el “mensaje”: “En Suiza no dudamos en iniciar procedimientos, incluso contra altos directivos. Entonces di que sí, la corrupción es una lacra, pero que no la encuentras en este archivo. Transmita este magnífico mensaje”.