Amianto, cáncer… En el Mosela, décadas de lucha contra las enfermedades profesionales

Amianto, cáncer… En el Mosela, décadas de lucha contra las enfermedades profesionales
Amianto, cáncer… En el Mosela, décadas de lucha contra las enfermedades profesionales
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Cientos de grandes fundas de cartón de todos los colores rodean las oficinas: en las instalaciones de CFDT Miners en Freyming-Merlebach (Mosela), cada mes se procesan nuevos expedientes médicos de antiguos mineros para intentar que su estado de salud sea reconocido como un problema profesional. enfermedad.

Este sindicato logró en particular que en 2021 se reconocieran los daños causados ​​por la ansiedad de más de 700 mineros del carbón de Lorena expuestos a sustancias tóxicas, después de ocho años de procedimientos colectivos.

El miércoles, el Tribunal de Apelación de Metz deberá pronunciarse sobre los daños por ansiedad sufridos por 120 antiguos empleados metalúrgicos de ArcelorMittal. Fueron desestimados en primera instancia, debido al plazo de prescripción, que era de 30 años hasta 2008 pero ahora es de sólo dos años.

Sin embargo, la mayoría de los trámites en el marco del reconocimiento de enfermedades profesionales se realizan de forma individualizada, caso por caso.

En una de las salas de la sede sindical de Freyming-Merlebach, una pequeña ciudad en la frontera alemana donde han trabajado muchos mineros, una pareja de jubilados consulta a un abogado, encargado de ayudarles con su expediente de reconocimiento de enfermedades profesionales.

“Ya no somos nada”

Camille Faber, que pasó 31 años en la mina, sufrió una serie de enfermedades profesionales. Para él, la lucha comenzó en 2009, con la primera, las placas pleurales, ligadas al amianto, que requirieron cinco años de procedimiento para ser reconocida como una “falta imperdonable” del empresario, ahora representado por el Estado.

“Este es el tercero vinculado al amianto”… y por tanto el tercer procedimiento judicial en este caso.

Cada vez, le corresponde al ex minero demostrar que su enfermedad está relacionada con su trabajo. En particular, deberá recoger testimonios escritos de tres antiguos compañeros, para dar fe de lo que hizo en la mina, y de cómo su trabajo le expuso al amianto, desembocando en las patologías que padeció años después.

“Tengo al menos 50 centímetros de limas en casa”, suspira. Y más, según su esposa. “A veces simplemente quieres rendirte”, dice Camille Faber.

Frente a esta pesadez administrativa, a estas batallas interminables, “parece que nos están denigrando, que ya no somos nada. Hicimos carbón, ayudamos a Francia”, lamenta sin embargo el jubilado.

Todavía llegan decenas de expedientes como el suyo cada mes. Actualmente, se están tramitando 300 expedientes en la oficina del “amianto”, dirigida en particular por Calogero Liduino, también ex minero. “No se puede armar un expediente en cinco minutos”, recuerda. “La gente viene tres, cuatro, cinco veces”, para aportar la mayor cantidad de justificantes posible.

Cáncer

Se podría organizar un procedimiento amistoso, pero el empleador de los menores “se niega sistemáticamente”, lo que obliga a los demandantes a acudir a los tribunales, explica.

Los trámites son largos y algunos pacientes mueren: sus viudas o beneficiarios se hacen cargo.

Es también la experiencia de este sindicato del Mosela, implicado desde hace décadas en la cuestión de la salud laboral, la que ha permitido reconocer el trabajo nocturno y la exposición a las radiaciones ionizantes como factores profesionales causantes del cáncer de mama.

Josiane Clavelin trabajó en la CFDT cuando era auxiliar de enfermería pediátrica en el hospital Freyming-Merlebach, adscrito a la seguridad social de las minas. Entre 1990 y 2000, observó “una decena de casos de cáncer de mama” entre sus compañeros, en pediatría o en cuidados intensivos, y se puso en contacto con el sindicato para determinar si podía haber un vínculo con su trabajo.

“Pero el fruto no estaba maduro”, aún no se han publicado los estudios científicos que relacionan el trabajo nocturno con el riesgo de desarrollar esta enfermedad.

Después de los estudios iniciales realizados en 2007, la literatura científica está creciendo. En marzo de 2023, una enfermera del Mosela fue la primera en obtener el reconocimiento como enfermedad profesional por su cáncer de mama.

La denunciante y Brigitte Clément, con quien gestiona las líneas directas y recibe a mujeres que padecen esta patología, forman desde este año a activistas sobre estos temas en toda Francia, para que otras ramas del sindicato puedan hacerse cargo de los solicitantes.

También luchan activamente por la inclusión de esta patología en el cuadro de enfermedades profesionales, como lo fue el cáncer de próstata en 2022.

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