Francia-Bélgica, o el regreso del Día de los Vecinos

Francia-Bélgica, o el regreso del Día de los Vecinos
Francia-Bélgica, o el regreso del Día de los Vecinos
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Es una tontería decirlo, pero hay que recordarlo claramente: el fútbol es ante todo un juego, donde gana el mejor, o el menos malo, depende. Es una estupidez recordarlo, pero las redes sociales imponen este preámbulo.

La rivalidad promocionada entre Francia y Bélgica, a veces, seamos justos, por los medios de comunicación, hace que este duelo entre vecinos parezca un mal argumento debido a un seto mal recortado. Esto podría haber adquirido proporciones desproporcionadas y, antes de hablar de deporte, hablemos de respeto. Los ingleses tienen una expresión ya preparada para este tipo de encuentros: “buen juego”.

La naturaleza del fútbol, ​​y más aún durante unos octavos de final de la Eurocopa, hará que haya un ganador y un perdedor. De este lado de la frontera, a todo el mundo le gustaría que los Diablos Rojos se clasificaran para los cuartos de final de la Eurocopa, para así saldar el mal resultado de una primera ronda demasiado mediocre, poco eficaz, y dar la vuelta a nuestra de nuevo tras dos derrotas que han marcado al fútbol belga en los últimos años.

También es una oportunidad para reconciliar a los Diablos con sus seguidores.

La semifinal del Mundial de 2018, perdida 1-0, fue la decepción más dolorosa, dejando huellas profundas, una cicatriz que seguirá presente; La semifinal de la Final Four de la Liga de las Naciones 2021, menos prestigiosa pero perdida por 3-2 tras ir ganando 2-0, en Turín, sacó a la superficie cierto resentimiento por un lado y algunas burlas por el otro.

La noción de venganza siempre ha sido una fuerza motriz en el deporte, e incluso si el entrenador ha cambiado y solo quedan ocho jugadores belgas de 2018, esta búsqueda de una victoria -o un empate con penaltis, podemos estar satisfechos con ella- contra Francia, finalmente, permitirá poner fin definitivamente a esta disputa vecinal, al menos vista desde Bélgica.

Esto, por cierto, también reconciliaría a los Diablos Rojos con su afición tras los pitos de Stuttgart y una imagen empañada de un país que necesita unidad. Una clasificación también sería una oportunidad para hacer la guardia de honor de esta selección nacional.

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