El festival Irréducible, un soplo de aire fresco en “un clima pesado”

-

20:00 horas del domingo 30 de junio. En Quimper, el festival Irréducible estaba en pleno apogeo. En el escenario, Soldat Louis estaba incendiando la llanura de Kerourien cuando muchos teléfonos empezaron a vibrar con notificaciones móviles. Como el del Télégramme: “La RN muy por delante en la primera vuelta de las elecciones legislativas”. Por una fracción de segundo, varios asistentes al festival apartaron la mirada del momento presente para tomar nota de la actualidad política. Pero en realidad sólo duró unos segundos. “En la fiesta Irréducible hay una cúpula que impide pensar en las elecciones”, sonrió uno de los 400 voluntarios presentes.

“Nosotros no hacemos política”

Tan pronto como se abrieron las puertas del festival el viernes por la noche, la tónica quedó fijada. Durante su discurso inaugural, la alcaldesa socialista de Quimper, Isabelle Assih, recordó una columna firmada por numerosos artistas: “El mundo de las artes y de la cultura está en contacto directo con la sociedad y su evolución. Existe a través del encuentro con los demás, el descubrimiento de sus diferencias, la expresión de lo íntimo, con respeto a las identidades y la diversidad. Participa en la construcción colectiva de un futuro sostenible, habitable, deseable y más justo”, leyó.

Naturalmente, a las 20 horas, muchos asistentes al festival consultaron sus teléfonos móviles para conocer los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas. Pero sus análisis esperarán hasta el lunes por la mañana porque su prioridad, el domingo por la noche, era emocionarse en el festival Irréducible. (Vincent Le Guern/Le Télégramme)

Por su parte, el presidente del festival, Mathieu Gourmelen, se mostró un poco más reservado porque “aquí no hacemos política”. No hay política, por supuesto, pero el residente de Quimper era muy consciente, en el fondo, de la importancia del contexto actual que chocaba frontalmente con el último día de su festival.

“Un poco de ligereza”

Por esta razón, los organizadores pusieron en marcha una iniciativa original: ofrecer gratis una hamburguesa de salchicha a los asistentes al festival que votaran. “Es nuestra manera de aportar un poco de ligereza a un momento complicado. Luchamos por la cultura y volveremos a luchar, sea cual sea el resultado”, afirmó Mathieu Gourmelen. Y, muy claramente, la cultura ganó durante el fin de semana, que reunió a casi 13.000 asistentes al festival de todos los ámbitos de la vida que vinieron a divertirse y escaparse.

“Hemos votado esta mañana y está muy bien porque gracias a ello hemos conseguido nuestra crepe de salchicha”, sonríe Valérie, de 54 años, que viene a aclarar sus ideas con su prima Cyrille, de 54 años. Dos mujeres que sólo querían “soltarse del todo porque la vida continúa y, tal vez, mañana no podamos salir de fiesta como hoy”.

“La vida debe ser una fiesta”

“Ahora podemos cambiar de opinión. Todo eso lo veremos mañana y en la próxima ronda. Cada día es suficiente castigo”, afirma Rodolphe, un joven padre. “Es importante venir y celebrar porque el clima actual es estresante. Estamos aquí para cortar y disfrutar. Nos olvidamos de todo. Política, gobierno, leyes”, añaden Audrey y Arnaud, una pareja de unos treinta años. “Creo que es muy importante venir y celebrar en momentos como este. La vida debería ser una celebración todos los días”, afirmó Hervé, de 61 años. “Sólo veremos los resultados mañana. Por ahora preferimos disfrutar de los conciertos”, añadió su esposa, Florencia, de 54 años.

“Lo sentimos, hay un clima pesado”

“Aquí nos desconectamos completamente. Es un cambio con respecto a la vida cotidiana que resulta algo lúgubre. Allí no queremos hablar de política sino simplemente disfrutar. Veremos los resultados cuando volvamos”, añadió un matrimonio de jubilados, Daniel, de 71 años, y Patricia, de 68. Pero detrás de todas estas sonrisas, ayudadas por los enérgicos conciertos del colectivo BRETONS, Dïe Morg y Komodrag & The Mounodor, nadie se dejó engañar.

“Estamos aquí desde el viernes por la tarde y vemos que todavía está muy presente en la mente de la gente. Lo sentimos, hay un clima pesado”, confiesa Marion, 27 años. “Sólo hablar de ello me pone un poco ansioso”, añadió uno de sus amigos, Manu, de 32 años. “Para ser completamente honesto, lo pensé esta mañana. Me preguntaba cómo iba a suceder en el festival dependiendo de los resultados, porque ayer conocimos a gente bastante extremista”, cuenta Maryse, de 55 años, que espera, como muchos, un mañana brillante.

-

PREV Un festival por el diálogo y la paz en Saint-Maixent
NEXT En Orly, los pasajeros de un vuelo París-Bamako impiden la expulsión de un maliense en virtud de la OQTF