El viernes 28 de junio ocurrió un hecho significativo en el aeropuerto de Orly en París. Los pasajeros de un vuelo con destino a Bamako se negaron a sentarse, lo que impidió que el avión despegara. ¿El motivo de esta protesta?
La presencia a bordo de Moussa, un maliense de 25 años sujeto a la obligación de abandonar el territorio francés (OQTF).
Moussa, originario de Mali, abandonó su país natal para trasladarse a Francia cuando era un niño. Desde hacía un mes, era objeto de una OQTF tras ser evacuado de una casa ocupada en Montreuil, gestionada por la asociación En gare.
Moussa llevó a cabo allí un saqueo social, proporcionando ayuda a los más necesitados. Durante esta evacuación, estaba esperando la emisión de un permiso de residencia temporal, que le había concedido el tribunal administrativo pero que nunca le había concedido la prefectura, según informó VA.
El vuelo París-Bamako, en la pista de Orly, fue escenario de una movilización espontánea. Negándose a que Moussa fuera deportado a un país que había abandonado hacía mucho tiempo, los pasajeros lanzaron el grito de guerra “Liberen a Moussa”. Esta movilización fue amplificada por personalidades como la activista Assa Traoré y el cantante Kalash. Gracias a su llamamiento, finalmente sacaron a Moussa del avión.
Sin embargo, esta victoria es temporal. Moussa fue llevado de nuevo a un centro de detención administrativa, donde permanece detenido desde su arresto. Puede permanecer allí hasta 90 días, mientras las autoridades francesas consideran programar más vuelos para su deportación.
Este acto de solidaridad de los pasajeros plantea interrogantes sobre la política de expulsión en Francia y la suerte de los inmigrantes en espera de regularización.
