Desde hace varios meses, la subprefectura de Pontarlier acoge a inquilinos extraños. En el fondo del jardín se han instalado seis gallinas que no sólo proporcionan huevos frescos, sino que también eliminan los residuos orgánicos. Un buen ejemplo para concienciar a los niños sobre el reciclaje de basura. Y es precisamente en este contexto que una clase CM1 de la escuela Cyril-Clerc vino a visitar la subprefectura hace unos días.
“Esta es la primera vez que hacemos esto. La idea es explicar a los niños la cuestión de la gestión de residuos, porque es con los jóvenes como conseguimos que las generaciones mayores se muevan”, subraya Nicolas Onimus, subprefecto de Pontarlier. “Y luego pensamos que es un proyecto que funciona bien. Los empleados dejan su basura después del almuerzo y de vez en cuando se van con un cartón de huevos. »
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“También hablamos de clasificar”
Dirigido por Préval, el taller permitió a los niños tomar conciencia sobre la reducción de residuos en un sentido amplio. “Se trata de residuos orgánicos y hablamos mucho de compost. Por eso, a menudo llevamos a los niños a los compostadores para mostrarles cómo funcionan las cosas en su interior y al mismo tiempo explicarles qué podemos poner dentro”, destaca Élodie Mairot, facilitadora de Préval. “También hablamos de clasificación y de cómo producir menos envases a diario. » Los alumnos de Cyril-Clerc, como otros, participarán en varios talleres sobre este tema.
Una acción a renovar
La primera parte parece haberles emocionado. “Realmente disfruté venir aquí y alimentar a las gallinas”, dice Leonardo. Una opinión compartida por Noam para quien la mañana fue rica en aprendizaje. “Aprendí que se podía tirar abono a la basura”, dice el niño. En cuanto a la subprefectura, no descartamos repetir la operación. “Es un proyecto interno de reciclaje de residuos, pero somos un servicio público, por lo que también es una forma de hacer un poco de comunicación educativa”, concluye Nicolas Onimus.
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