min 2021, en plena pandemia, el alcalde de Saint-Dizier, en Alto Marne, Quentin Brière (LR), lanzó una idea original para contrarrestar el pesimismo ambiental: exhibir reproducciones de obras maestras de la pintura en los carteles publicitarios de su ciudad. . Primaverade Botticelli, o Cepilladoras de parquetde Caillebotte, había ocupado entonces los espacios habitualmente reservados a las marcas de SUV o a las cadenas de hamburgueserías. Titulada “La belleza salvará al mundo”, en referencia a un pasaje de El idiotade Dostoievski, la cuarta edición del evento se desarrolla actualmente en una treintena de municipios. Incluido Neuvy-sur-Barangeon (Cher), el más pequeño de ellos.
En este pueblo de 1.184 habitantes no hay carteles ni marquesinas de autobús. En las fachadas de los comercios en desuso se han colocado duplicados de lonas universales, seleccionadas de una lista elaborada por el Grand Palais. Pasatiempo, por Gauguin y noche estrelladade Van Gogh, adornan el escaparate de la antigua Casa de la Prensa. 5 metros de largo, una ampliación del Vapores de la tardede Antoine Chintreuil, se extiende por la fachada de la tienda de delicatessen, cerrada hace dos años. La operación podría haberse extendido a otras marcas abandonadas, si se hubiera encontrado a sus propietarios o se hubiera dado su consentimiento. “En nuestro pueblo no faltan verrugas”lamenta la alcaldesa, Marie-Pierre Cassard, informada de este proyecto por su concejal municipal, Raphaël Ruegger, presidente de la Federación Francesa de las Cosas que Funcionan, una asociación nacional que promueve iniciativas locales.
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En los años 50, Neuvy-sur-Barangeon disfrutó de una floreciente actividad comercial. Había más de diez cafés (frente a los dos actuales), tres carnicerías, una ferretería, una mercería, un taller de reparación de calzado… Restos con paredes desgastadas evocan esta época pasada, como los dos últimos restaurantes, Au Cerf d’ o Le Boeuf Couronne, un antiguo relevo postal a través de cuyas ventanas se pueden ver los vasos y cubiertos del último servicio. Una docena de comercios mantienen ahora la antorcha encendida en el pueblo, lo que no es tan malo teniendo en cuenta el fenómeno del abandono de los comercios locales que afecta a las zonas rurales desde hace décadas. Pero hay preocupación.
Por falta de comprador…
La florista Isabelle Bonnard, de 64 años, acaba de poner en venta su negocio para jubilarse. Los compradores no se apresuran a llegar a la puerta. La diversificación de sus estanterías (también vende periódicos y artículos de caza y pesca) le permite ganar unos ingresos exiguos, de unos cientos de euros al mes. “Si no encuentro compradorella confiesa, Lamentablemente, no me quedará otra opción que hacer como todos los demás: vender a un promotor inmobiliario que construirá viviendas. » Invitada por el ayuntamiento a colgar en su puerta un cartel de un cuadro de un maestro, Isabelle Bonnard eligió un paisaje de… su tocayo, Pierre Bonnard (Cannet) : “Tenía sentido. »
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