La reciente decisión del gobierno de permitir la importación de 20.000 toneladas de carne halal y eximir a los importadores de ganado de los derechos de aduana ha provocado una acalorada controversia entre las filas de la oposición. Esta medida, adoptada en el marco del proyecto de ley de finanzas para el año 2025, se considera una “un desconocimiento de los productores locales y un peligro potencial para la soberanía económica y alimentaria del país”se indicó.
¿Un golpe para los criadores locales?
Los defensores de la cría nacional están indignados por esta disposición, considerando que constituye una amenaza directa para los criadores locales, ya debilitados por la situación económica y climática. Denuncian una decisión que, según ellos, “favorece a los importadores en detrimento de los agricultores y ganaderos marroquíes que luchan por superar los desafíos relacionados con la sequía persistente, el aumento de los costos de los insumos y la escasez de recursos hídricos”.
Los parlamentarios de la oposición criticaron duramente la exención fiscal concedida a los importadores, que consideran “Como un subsidio disfrazado”. Destacan que estos fondos podrían haberse destinado a apoyar a los ganaderos nacionales, con el fin de reforzar su competitividad y ayudarles a cubrir los déficits causados por la crisis económica y ecológica.
Un debate sobre las normas halal
La cuestión de la certificación halal también ha añadido una dimensión controvertida a esta cuestión. Los parlamentarios cuestionaron los mecanismos de control de los productos importados, citando el riesgo de incumplimiento de las normas religiosas y sanitarias nacionales. Esta cuestión ha aumentado la preocupación sobre las posibles consecuencias de estas importaciones sobre la confianza del consumidor y la reputación de los productos cárnicos comercializados en el país.
Un mercado bajo presión
En su defensa, el gobierno argumenta que esta medida “Tiene como objetivo satisfacer la creciente demanda de carne en el mercado nacional, especialmente en previsión de fiestas religiosas y períodos de alto consumo”. El objetivo declarado es “estabilizar los precios garantizando una oferta suficiente para evitar aumentos descontrolados, particularmente en estos tiempos de presión inflacionaria”.
Sin embargo, la oposición insiste en que esta estrategia, aunque puede ofrecer ventajas a corto plazo, corre el riesgo de debilitar duraderamente el tejido económico rural. Requiere políticas públicas más equilibradas, centradas en el apoyo estructural a los sectores locales, en lugar de una mayor dependencia de las importaciones.
Criadores locales en apuros
En este contexto, los criadores marroquíes subrayan la urgente necesidad de apoyo financiero y logístico para superar los desafíos a los que se enfrentan. Algunos piden el establecimiento de subvenciones directas para la compra de forrajes y piensos para el ganado, así como ayudas para la modernización de las infraestructuras agrícolas.
Los debates en el Parlamento se han intensificado en los últimos días, con repetidos llamamientos a una revisión exhaustiva de la medida. También surgen interrogantes en la sociedad civil, donde voces denuncian un creciente desequilibrio entre los intereses de los importadores y los de los pequeños agricultores.
A pesar de la creciente presión, el gobierno parece decidido a continuar por este camino, que considera una solución temporal a las dificultades actuales. Sin embargo, la oposición ha prometido seguir destacando las posibles consecuencias de esta política, en particular sobre la seguridad alimentaria, la justicia social y la economía de las zonas rurales.