Con 130 pasajeros a bordo, el avión despegó del aeropuerto de Marrakech a las 6:30 horas y llegó a Tours poco después de las 9:00 horas. Pero debido a la niebla no pudo aterrizar. “Llegamos a Tours alrededor de las 9:05 como estaba previsto. En ese momento, el piloto, que estuvo realmente genial, nos anunció por el micrófono que no podía aterrizar. Hizo dos intentos, cada vez comentando lo que estaba haciendo”, dijo. La Nueva RepúblicaKambiz, pasajero, residente en Chanceaux-sur-Choisille.
Luego de estos dos intentos, el piloto informó a los pasajeros “que nos quedaba una hora de combustible. Dimos vueltas en círculos esperando que mejorara el tiempo”, añade Kambiz. Finalmente, el avión fue desviado a Rennes (Ille-et-Vilaine) donde aterrizó sin dificultades sobre las 11 horas. Pero los pasajeros no habían llegado al final de sus problemas. Se sorprendieron al saber que no podían bajar porque el aeropuerto de Rennes no dispone de servicio de aduanas.
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“Permanecimos a bordo durante treinta minutos. Y luego nos escoltaron a una zona confinada del aeropuerto. No pudimos salir porque no habíamos pasado por la aduana. Nos dieron una botella de agua de 33cl y listo. Esperamos al menos dos horas. No habíamos comido desde las 3 de la madrugada, había dos niños pequeños. Fue complicado para todos”, explica el mismo pasajero.
Unos minutos más tarde, los pasajeros embarcaron de nuevo con destino a Tours. “El piloto especificó que si no podía aterrizar en Tours, iríamos al aeropuerto de París-Beauvais para pasar la aduana y regresar en tren…”, continúa. Pero “con grandes dificultades” el avión finalmente pudo aterrizar en Tours a las 13:40 horas, aunque la hora de llegada estaba prevista para las 9:25 horas. Se trata del tercer vuelo desviado desde el otoño. “Es estacional, son los caprichos del clima. Había demasiada niebla”, afirma Mickaël Toma, director del aeropuerto de Tours.
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