TESTIMONIO. “Ya no estoy tranquilo”: este pequeño pueblo del Lot que lucha contra los robos

TESTIMONIO. “Ya no estoy tranquilo”: este pequeño pueblo del Lot que lucha contra los robos
TESTIMONIO. “Ya no estoy tranquilo”: este pequeño pueblo del Lot que lucha contra los robos
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lo esencial
La pequeña ciudad de Saint-Pierre-Lafeuille se enfrenta a los robos. En una publicación de Facebook, ya eliminada, el municipio fijó vídeos que mostraban a personas merodeando por una casa. El propietario de este último testifica.

Publicaciones que generaron revuelo. Este miércoles 1 de mayo, la ciudad de Saint-Pierre-Lafeuille compartió algunos vídeos sorprendentes en su página de Facebook. Aunque la publicación ya fue eliminada, más de 600 personas la compartieron en unas pocas horas. Pero ¿qué vimos en estas imágenes? Jóvenes, encapuchados y enmascarados, suben a una verja antes de darse la vuelta y decir “esta no es la casa adecuada”. Otras imágenes muestran a un individuo merodeando por la parte trasera de una casa.

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¿Por qué el municipio publicó estos videos? “Hay gente que está harta. Es una perorata. Este barrio está al borde de la carretera departamental, las casas son visitadas con mucha frecuencia. Los vecinos están exasperados. Nos tomamos la libertad de publicarlos porque permanece más o menos anónimo. Es imposible reconocer a la gente, pero se reconocerán en los vídeos”, explica Frédéric Bonnet, alcalde de la ciudad. Testifica Abdeladim Khismi, propietario de una casa en construcción en Saint-Pierre-Lafeuille desde hace tres años. Era su casa la que pudimos ver en los vídeos. “Todo esto no es tranquilizador”, afirma. Para él, todo empezó el pasado noviembre. Las primeras personas entraron en su casa, rompieron el ventanal y forzaron una de las puertas. “Entraron pero no había nada. Yo mismo hago el trabajo, llevo las herramientas conmigo”, explica.

“Ya no estoy tranquilo”

Sospechoso, Abdeladim decide invertir en cámaras de vigilancia. Tiene alrededor de diez en total, incluidos cuatro afuera. Cada uno cuesta 150 euros. “También decidí cerrar todas las puertas, solo dejé una entrada. Es un poco difícil para el trabajo, complica todo, es físicamente pesado”, explica el albañil. Luego, unos meses después, en enero, recibió una alerta en su teléfono. En aquel momento, estaba en Cahors, con su padre, recuperándose lentamente de un derrame cerebral. “Cuando llego allí no hay nadie, parece que conocían la casa, que estaban buscando algo, es raro”, continúa Abdeladim. Este último decide no presentar denuncia.

Abdeladim tuvo que instalar una decena de cámaras.
DDM Kevin Mouveaux

Los últimos acontecimientos se remontan a la tarde del 30 de abril. “Todavía estaba en casa de mi padre cuando recibí el mensaje. Todo eso le preocupó. Vimos gente encapuchada, me dije: ‘tengo que atraparlos’. Pero una vez más, cuando llego, no hay nadie”. Se fue”, dijo el hombre. Decide quedarse allí por un tiempo. Escucha voces y decide ir a ver. “Los muchachos habían llamado al timbre del vecino. Eran niños, sentí que era diferente a las primeras veces que visitaron mi casa. Hablamos con ellos. No sabían qué decir”, dice el albañil. Se informa a la gendarmería, que acude al lugar.

“Este viernes por la tarde el alcalde me llamó. Son niños de la zona. Se organizará una reunión con sus familias, en primer lugar para que se disculpen, pero también porque quiero entender”, indica Abdeladim. Este último concluye: “No está bien entrar en casas ajenas. Ya no estoy en paz. Una simple hoja que se mueve envía un mensaje, no nos avisa de nada. Es un estrés añadido”. Los vecinos con los que está en contacto tienen el mismo sentimiento. Entre ellos se forma una especie de ayuda mutua: una especie de remezcla de vecinos vigilantes contra los robos.

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