“Abolir el requisito del voto fue simplemente una estupidez”, escribe Liesbeth Van Impe en Het Nieuwsblad. En muchos municipios, la relación entre los ciudadanos y la política se ha vuelto tensa”. Con una tasa de participación de alrededor del 60%, un alcalde con una estrecha mayoría sólo tiene asegurado de facto el apoyo de un tercio de los votantes, calcula.
“En cierto modo, fue un domingo negro. Los políticos no lograron generar suficiente entusiasmo para votar”, señala Isolde Van den Eynde en Het Laatste Nieuws. “La apatía era visible para todos. Por primera vez, estas elecciones fueron de pabellones deportivos vacíos y votantes ausentes”.
Isolde Van den Eynde señala que algunos políticos aparentemente no han estado lo suficiente en el terreno para movilizar a sus votantes. “¿Quién se quedó en casa? Pregúntenle a Tom Van Grieken y él les dirá: sus votantes. Pregúntenle a Jos D’Haese y él les dirá: sus votantes”. “Pero los de Bart De Wever y Guy D’haeseleer no se quedaron en casa”.
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“Es probable que hayan sido el PTB y el Vlaams Belang los que perdieron especialmente votos debido a la eliminación de la obligación de votar”, escribe Kris Vanmarsenille en el Gazet van Antwerpen. “Pero en cualquier caso, el hecho de que tantos flamencos no quieran participar en la celebración de la democracia y por lo tanto no tengan voz y voto en las políticas de su ciudad o municipio. Esto socava la alegría de las elecciones”.
“Esta eliminación del voto obligatorio es un experimento político que no necesariamente mejora la democracia”, confirma Indra Dewitte en Het Belang van Limburg. “Parece que fueron principalmente los jóvenes y los grupos socialmente vulnerables los que no se presentaron” a los colegios electorales. “Es lamentable y preocupante”.
“¿Qué imaginaban todos estos políticos y sus partidarios? ¿Que un cambio tan fundamental en las reglas electorales no tendría impacto? El hecho de que un tercio de los votantes se retire tan pronto como se elimine el voto obligatorio es una expectativa totalmente consistente”, denuncia Bart Eeckhout en De Morgen. “Esto no puede considerarse de ningún modo un beneficio para la democracia”.
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En el sitio web de Tijd, Isabel Albers se centra principalmente en la victoria electoral de Vlaams Belang Guy D’haeseleer con Forza Ninove. “Veinte años después de la condena del ex Vlaams Blok, por primera vez hay un gobierno de extrema derecha en nuestro país”, escribe. “Guy D’haeseleer tendrá que demostrar ahora que Vlaams Belang puede hacer algo más que disparar desde la oposición apostando por los problemas sociales. Administrar una ciudad es algo completamente diferente”.
“No hay que trivializar el peligro de los extremos y del populismo, pero el éxito (de Vlaams Belang) en Ninove no significa que se haya roto el dique contra la extrema derecha en toda Flandes”, según Isabel Albers. “Especialmente en ciudades donde la gobernanza ha sido buena, como Lovaina, Brujas o Amberes, los alcaldes salientes han logrado avanzar más y ganar ventaja sobre los extremos”.
