Las ventas de alcohol se desploman en Canadá

Las ventas de alcohol se desploman en Canadá
Las ventas de alcohol se desploman en Canadá
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La Société des alcools du Québec (SAQ) es la última comisión provincial que observa una caída consecutiva en las ventas de alcohol por volumen, una tendencia que es evidente en todo el país.

Durante el último año fiscal, todas las provincias registraron una caída en el volumen de ventas, lo que marca un cambio significativo en los hábitos de gasto de los canadienses.

La Société des alcools du Québec (SAQ) es la última de las comisiones provinciales que observa una caída consecutiva en las ventas de alcohol en volumen. (Patrick Woodbury/Archivos Le Droit)

En Ontario, las ventas cayeron un 2,0%, en Quebec un 2,5% y en Alberta se observó una notable disminución de más del 5%, según estimaciones e informes publicados. Otras provincias como Nueva Escocia, Manitoba y Columbia Británica también informaron de importantes descensos, del 4,2%, 6,7% y 4,9% respectivamente.

A pesar de estas caídas de volumen, la mayoría de las comisiones provinciales han logrado mantener o aumentar sus ingresos mediante incrementos de precios. Sin embargo, la tendencia a la baja del consumo es innegable.

La inflación y la crisis más amplia del costo de vida son probablemente los principales impulsores de esta evolución.

A medida que los presupuestos familiares se ajustan, los consumidores se ven obligados a priorizar los gastos esenciales, como la alimentación y el alojamiento, lo que hace que el alcohol sea uno de los primeros artículos discrecionales en los que se recorta. Además, los aumentos de los impuestos federales y provinciales sobre el alcohol han hecho que estos productos sean menos asequibles para muchos consumidores.

Evolución demográfica

Otro factor que contribuye es el cambio demográfico de Canadá. Con el aumento de la inmigración, muchos nuevos canadienses provienen de culturas en las que el consumo de alcohol se modera o se evita por razones religiosas o culturales. Si bien la inmigración impulsa el crecimiento demográfico del país, es probable que esta afluencia contribuya a la reducción del consumo de alcohol per cápita.

La tradicional cerveza después del trabajo o el vino del fin de semana pueden perder su predominio a medida que la diversidad cultural redefine las normas sociales en torno al consumo de alcohol.

Durante la última década, numerosos estudios han relacionado el consumo de alcohol con graves problemas de salud, como cáncer, enfermedades hepáticas y problemas cardiovasculares.

Estos hallazgos han dado lugar a campañas de salud pública que instan a los canadienses a reevaluar sus hábitos de consumo de alcohol. Lo que antes se consideraba un estigma en torno al consumo excesivo de alcohol ha evolucionado hacia una visión más crítica del consumo ocasional y social de alcohol.

El aumento de los desafíos del enero seco, los espacios sociales sobrios y la creciente disponibilidad de alternativas sin alcohol en bares y restaurantes son señales de que la sociedad está repensando su relación con el alcohol.

Desde la legalización del cannabis recreativo en 2018, el mercado ha madurado rápidamente y algunos consumidores, especialmente los jóvenes, pueden optar por el cannabis en lugar del alcohol.

Los estudios han sugerido un “efecto de sustitución”, donde el consumo de alcohol es reemplazado por el consumo de cannabis.

Este panorama cambiante presenta desafíos y oportunidades para los responsables de las políticas, las empresas y los defensores de la salud pública. Por un lado, reducir el consumo de alcohol podría aliviar las cargas de salud pública, posiblemente al reducir las tasas de enfermedades y hospitalizaciones relacionadas con el alcohol.

Por otra parte, no se pueden ignorar las implicaciones económicas de la caída de las ventas de alcohol. La tentación de las provincias de querer mantener los ingresos puede ser fuerte. Algunas, incluidas Quebec y la SAQ, están considerando vender más productos no alcohólicos, un sector en crecimiento que el sector privado también quiere explotar. Sin embargo, es discutible si los consumidores necesitan que el gobierno les venda productos no alcohólicos.

Si las provincias necesitan revisar el mandato de sus juntas públicas de distribución de bebidas alcohólicas para aumentar sus ingresos, mucho mejor, pero esto no debería ser en detrimento de nuestros minoristas privados e independientes.

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