A pesar de sus beneficios récord, los bancos belgas ven cómo la rentabilidad de sus hipotecas cae debido a la feroz competencia y a los bajos tipos de interés fijos. A medida que los servicios bancarios se deterioran, los consumidores se cuestionan esta paradoja.
Cuando el presidente del mayor banco del país se queja, suelo escucharlo. Hace poco, el presidente de BNP Paribas Fortis expresó su preocupación: las hipotecas ya no son rentables, ni para él ni para su banco. Durante la presentación de los resultados de la institución, reveló una caída del 70% en los márgenes de estos préstamos. Por supuesto, no es el único. Aunque los demás bancos no han abordado el tema tan directamente, todos reconocen que la competencia en el sector hipotecario es feroz, hasta el punto de que, por utilizar una expresión familiar, están “perdiendo los pantalones”.
Esto puede parecer sorprendente para el público en general, teniendo en cuenta los beneficios récord de los bancos belgas, que ascienden a miles de millones de euros. Sin embargo, los bancos se quejan. Y esta presión sobre los márgenes es aún mayor, ya que están tratando de recuperar los 22.000 millones de euros que se destinaron a la deuda pública el año pasado, aumentando los tipos de interés de los productos de ahorro para atraer a los clientes.
El peso de los préstamos a tipo fijo
El verdadero problema de la rentabilidad de las hipotecas es del pasado. Cuando los tipos de interés eran bajos, los bancos concedían masivamente préstamos a tipo fijo, en torno al 2,2%. Hoy, aunque pueden subir los tipos de interés, se ven atrapados en una feroz competencia que comprime sus márgenes. Como resultado, este producto, que antes era rentable, se considera ahora un mero producto de gancho, diseñado para “retener” a los clientes, o más bien “atraparlos”. Una vez que se contrata una hipoteca, el cliente queda naturalmente cautivo, porque su sueldo está domiciliado en el banco, lo que crea una inercia que lo frena.
¿Debemos concluir que los bancos están perdiendo dinero? No, en realidad no. Si las hipotecas ya no son tan lucrativas, lo compensan con otros tipos de crédito, donde los márgenes siguen siendo holgados. También lo compensan con las numerosas comisiones y tasas diversas.
Un deterioro en los servicios bancarios
Sin embargo, los bancos parecen no haber captado el mensaje que transmiten los bonos del Estado. Los ciudadanos ven los enormes beneficios que obtienen los bancos, pero al mismo tiempo ven un marcado deterioro de los servicios. El número de sucursales bancarias ha disminuido un 80% en 30 años y las que quedan ahora funcionan solo con cita previa. En cuanto a los cajeros automáticos, su número ha disminuido un 40% desde 2015. Esta situación raya en lo absurdo: mientras el gobierno prohíbe a los comerciantes rechazar pagos en efectivo, cada vez es más difícil encontrar un cajero automático.
Ésta es la paradoja de nuestros tiempos: todas las empresas presumen de servicio al cliente, pero en realidad ya no queda casi ninguno. El contacto humano ha desaparecido, sustituido por respuestas automáticas o formularios online. Como decía Talleyrand, “los insatisfechos son gente pobre que piensa”. Así que aquí va mi columna de una persona insatisfecha.