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Un huérfano con “uniforme de presidiario”, un padre caminando sobre cáscaras de huevo con su hija, el sabor del nescafé, las margaritas rodando por las pistas y matones adictos a la cocaína.
romanos
Jean Meckert, el Carnicero de los Hurlus
Ilustraciones de San Molotov. Ronces éditions, 224 págs., 20 euros.
En la calle de Bagnolet, el pequeño Lhozier vive con su madre, una viuda de guerra, pero no una viuda digna. Su marido fue fusilado en 1917 por un motín en Perthes-les-Hurlus, en el Marne, lo que significa que fue un “bolchevique”. La señora Lhozier es perseguida por el barrio: “Nada como las esposas de los héroes para sudar venganza”. Ella es a quien terminamos arrestando por alterar el orden público. Su madre encerrada no sabe dónde, el pequeño Michou es enviado al orfanato y cae en otro mundo. “Era como una opción definitiva, cráneo en cero, uniforme de cárcel, fin de la infancia a los ocho años y medio […].» Protegido por un padrino mayor, en una clase certificada, el pequeño Michou se convierte en la inspiración de un fantástico viaje que le llevará hacia el Este a través de la estación del mismo nombre. Son cuatro los que escapan, vestidos “el domingo”, la cabeza pasada con amarillo yodo como vacuna contra la gripe española, la boina encima. Objetivo: asumir el papel del general Des Gringues, el responsable del asesinato del padre de Michou, “el carnicero de los Hurlus”. Romper un retrato con un alfiler es sólo un asesinato simbólico, pero el excelente equipo vengará a la familia Lhozier. Un epílogo de Stéphanie Delestré y Hervé Delouche arroja luz sobre lo autobiográfico de esta novela publicada en 1982 en la Série noire. Cl.D.
Rosana Lerner, Suicidio de coño
Grasset, 224 págs., 19 euros (libro electrónico: 14 euros).
Ottessa se está preparando para realizar el bachillerato. No tiene madre pero tiene padre, superada por
Francia
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