La Luna, nuestra fiel compañera celestial, aún esconde muchos secretos, especialmente en su cara oculta, que permanece eternamente invisible desde la Tierra. Este lado poco conocido, aunque mapeado por sondas, permanece en gran medida inexplorado. La misión china Chang’e 6, realizada en 2024, marcó un gran avance al traer a la Tierra las primeras muestras de rocas de esta misteriosa región. Estos fragmentos de lava solidificada nos cuentan una historia fascinante: hace 2.800 millones de años hubo volcanes en erupción en el otro lado. Además, este relato también revela sorprendentes diferencias entre los dos lados de la Luna, lo que enriquece nuestra comprensión de su evolución.
Una historia volcánica común, pero diferente
Los científicos han estado de acuerdo durante mucho tiempo en que la Luna fue volcánica en su pasado. Hasta ahora, la evidencia se ha centrado principalmente en el lado cercano, donde vastos flujos de lava, llamados basaltos marinos, cubren alrededor del 30% de la superficie. Estas llanuras oscuras son fácilmente visibles desde la Tierra a simple vista y durante mucho tiempo fueron confundidas con “mares lunares” antes de que las primeras misiones demostraran su naturaleza basáltica.
Con la misión china Chang’e 6 se pudieron analizar por primera vez muestras del lado lejano. Estas rocas, de la región de Cuenca del Polo Sur-Aitkenreveló una datación sorprendente: son 2.8 mil millones de añoslo que demuestra que en aquella época también había volcanes activos en esta cara oculta. Este resultado concuerda con las edades registradas en el lado visible, lo que confirma que los dos lados de la Luna compartían una actividad volcánica común.
Sin embargo, las similitudes terminan ahí. Mientras que el lado visible muestra abundantes rastros de vulcanismo reciente (hasta hace 2 mil millones de años y tal vez incluso hace 120 millones de años), el lado oculto muestra pocos signos de una actividad tan prolongada. Sólo el 2% de su superficie está cubierta de basaltos marinos, lo que contrasta fuertemente con la riqueza de lava en el lado visible. Esta disparidad intriga a los científicos y los resultados de Chang’e 6 proporcionan pistas importantes para resolver este misterio.
Una geología influenciada por elementos faltantes
El estudio de las muestras reveló una gran diferencia en la composición geoquímica basaltos a ambos lados. La lava del otro lado proviene de un manto lunar sorprendentemente pobre en ciertos elementos como potasio, tierras raras y fósforo, a menudo abreviado con el acrónimo KREEP. En el lado visible, estos elementos están presentes en abundancia y desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de una actividad volcánica prolongada.
Por ejemplo, el potasio y el uranio son radiactivos. Su desintegración libera calor, lo que ayuda a derretir el manto y alimenta el vulcanismo. Su relativa ausencia en el otro lado podría explicar por qué esta región vio extinguirse su vulcanismo mucho antes..
Esta desigual distribución de elementos podría tener su origen en el colosal impacto que creó el Cuenca del Polo Sur-Aitken, uno de los cráteres de impacto más grandes del sistema solar. Este evento cataclísmico no sólo habría redistribuido materiales ricos en KREEP hacia el lado visible, sino que también habría provocado un derretimiento masivo del manto subyacente, agotando esta región de elementos necesarios para una actividad volcánica prolongada.
Lo que nos enseñan estos descubrimientos
Así, los resultados del Chang’e 6 no sólo confirman la existencia de vulcanismo antiguo en la cara oculta de la Luna; resaltan las profundas diferencias entre los dos hemisferios de nuestro satélite natural que han sido moldeadas por importantes eventos geológicos.
Estos hallazgos tienen implicaciones importantes para nuestra comprensión de la historia lunar y la formación de planetas en general. Ilustran cómo acontecimientos catastróficos, como los impactos de meteoritos, pueden moldear no sólo la superficie, sino también la estructura interna de un cuerpo celeste.
Finalmente, este trabajo subraya la importancia de las misiones para explorar la cara oculta de la Luna. Esta región, aunque de más difícil acceso, guarda claves esenciales para comprender la historia del sistema solar. Con futuras misiones que podrían incluir bases lunares, el Lado Oscuro bien podría pasar de la sombra a la luz, revelando aún más de sus secretos enterrados.