el orgullo de la autoedición

el orgullo de la autoedición
el orgullo de la autoedición
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Gracias a las nuevas plataformas adaptadas, la autoedición facilita las publicaciones de autores desconocidos. Ilustración en la Feria del Libro de Walhain, que se celebró este domingo.

La segunda Feria del Libro Walhain se traslada de Fenil a la Salle des Boscailles. Un lugar más amplio, que acogió este domingo a unos setenta autores, respondiendo a la invitación del organizador Laurence Legrand.

En los pasillos, muchos autores presentaron libros autoeditados. Este es el caso de François Wautelet (Wanze). Las editoriales rechazaron su primera colección de cuentos con el pretexto de que “no era conocido” y que “los cuentos no se venden”. François trabajó duro para autoeditar: revisión, maquetación, elección de la portada, creación de un sitio web… Al final vendió alrededor de mil ejemplares de su primer libro. Siguieron otros dos, que ahora autoedita sin pasar por las casas bien establecidas en la calle.

Autoedición, incluso desde pequeño

Otro ejemplo: Rimouski Dessiméon. A los once años, esta joven residente en la región Centro publicó “Le cacao mystique”, un pequeño libro ilustrado de unas cincuenta páginas. Su padre Marc le ayudó a realizar este sueño. Profesor de francés, utiliza la autoedición desde hace unos diez años. “tengo toda mi libertad editorial“, insiste Marc tras mencionar el principal inconveniente de esta fórmula: la distribución.

Las plataformas digitales ayudan hoy en día a todos los autores en ciernes a dar a conocer sus obras, en todos los ámbitos: cómic, fantasía, thriller o poesía. Algunas de ellas, situadas en Bélgica, ofrecen la ventaja de la proximidad. Porque el autor también tiene que arrastrar sus libros de la librería al salón con la esperanza de venderlos.

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