En India se esperan 400 millones de peregrinos hindúes para la mayor reunión religiosa del mundo

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India se prepara para vivir al ritmo de la mayor reunión religiosa del planeta: la peregrinación hindú del Kumbh Mela. Una cifra basta para explicar la (des)medida del evento, que se celebra cada doce años en Prayagraj, en el norte del país: hasta el 26 de febrero, los organizadores esperan 400 millones de fieles, es decir, cuatro veces más que para el edición anterior, en 2013.

A pocas horas del inicio anunciado de las celebraciones, el lunes 13 de enero, al amanecer, la confluencia de los ríos sagrados Ganges y Yamuna ya está repleta de peregrinos, que acuden allí en una multitud colorida. A pesar de los rigores del invierno indio, con apenas más de 10 grados por la noche, los que tienen prisa ya se adentran en el agua, que está más que fresca. El punto culminante del Kumbh Mela, el baño en la confluencia del Ganges, el Yamuna y el mítico río Sarasvati permite, según la tradición hindú, lavar los pecados y liberarse del ciclo del renacimiento y la reencarnación.

Más allá de la zona habilitada para los bañistas, una fila interminable de embarcaciones aguarda en busca de devotos para transportarlos hasta el punto exacto de confluencia de los tres ríos. “Cientos de barqueros y marineros de todo el estado vinieron con sus embarcaciones para transportar a los peregrinos”explica uno de ellos, Ramheet Nishad. Un poco apartado de las orillas, es una ciudad de madera y chatarra que creció para satisfacer las necesidades básicas de sus fieles.

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Peregrinos hindúes descansan antes del inicio del Kumbh Mela, en Prayagraj, en la provincia de Uttar Pradesh, India, el 12 de enero de 2025. (R. SATISH BABU / AFP)

Peregrinos hindúes descansan antes del inicio del Kumbh Mela, en Prayagraj, provincia de Uttar Pradesh, India, el 12 de enero de 2025. (R. SATISH BABU / AFP)

Restaurantes, tiendas, aseos y, sobre todo, un mar de tiendas de campaña, hasta donde alcanza la vista… Los más pudientes han instalado modelos cómodos e incluso lujosos, mientras que los más modestos han improvisado un refugio bajo sencillas lonas. . En medio de la multitud, monjes con saris naranjas, el color del hinduismo, y ascetas con el cuerpo completamente cubierto de cenizas reparten bendiciones sin restricciones.

Los partidarios del primer ministro ultranacionalista hindú, Narendra Modi, en el poder desde 2014, no desaprovecharon la oportunidad de esta reunión para hacer mucho más proselitismo político. Los muros de la ciudad temporal están flanqueados por carteles que celebran el trabajo del gobierno, con un código QR integrado para quienes quieran detalles. “El hecho de que se prohíban los negocios no hindúes demuestra que el Kumbh Mela ya no tiene nada religioso. Se ha convertido en un acontecimiento político”.asegura con La tribuna el periodista y escritor Dhirendra Jha, autor de un libro sobre las relaciones entre los nacionalistas y la religión hindú.

En los callejones, la policía patrulla día y noche para, según un portavoz, “garantizar la máxima seguridad” a las decenas de millones de fieles que se esperan hasta finales de febrero.

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