Publicado el 23 de diciembre de 2024 a las 06:21. / Modificado el 23 de diciembre de 2024 a las 07:06.
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Los hombres del brigadier Mazem ocuparon una cabaña gris en el norte de Homs, al borde de un páramo de color similar. Trece años de guerra han arruinado a Siria y dejado destrucción y escombros esparcidos que nadie pensó en limpiar. Este paisaje de un suburbio destrozado lleno de basura y accidentes automovilísticos invadió a Mazem de una tristeza sin nombre. El brigadier vio cómo el ejército sirio se hundía en la pobreza y con él todo el país. Cuando supo que los yihadistas se habían apoderado de Alepo y se preparaban para atacar Hama, a pocos kilómetros al norte de Homs, su decisión ya estaba tomada: rendirse.
Diez días después, se encontraba en fila con cientos de otros soldados del antiguo ejército sirio, esperando en el centro de desmovilización donde las nuevas autoridades de la ciudad registraron a policías, soldados y miembros activos del partido Baath. Sólo en Tartous se abrieron siete centros de este tipo el pasado sábado. También se encuentra en Latakia y en la mayoría de las grandes ciudades.
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