“Tenemos sed. Tenemos hambre”: ante las ayudas que llegan a cuentagotas, los habitantes de Mayotte se impacientan, el día después de la partida de Emmanuel Macron, quien constató la inmensidad de las necesidades del archipiélago devastado por el ciclón Chido. El presidente francés prometió el viernes por la noche que las viviendas estarían conectadas al menos parcialmente al agua a partir del sábado, después de haber tenido que afrontar durante dos días la angustia de los mahorais.
“La prioridad de las prioridades es la lucha por el agua potable, el agua potable”, afirmó el Jefe de Estado ante el riesgo de deshidratación que amenaza a las víctimas, aisladas y a veces privadas de agua potable y de alimentos. Aunque aseguró a varios medios locales que estaba haciendo frente a la “emergencia”, el jefe de Estado también advirtió que “durante meses, Mayotte no vivirá una situación normal”.
No todas las escuelas podrán reabrir al inicio del año escolar el 13 de enero, advirtió. “Pero queremos poder dar una solución a todas las familias” en esta fecha, aseguró, refiriéndose entre otras cosas a la escolarización de los estudiantes en la vecina Isla de la Reunión.
Seis días después del paso del ciclón Chido, el balance provisional se sitúa en 35 muertos y unos 2.500 heridos, según cifras del Ministerio del Interior. Pero “es probable que haya muchas más víctimas”, admitió Emmanuel Macron, recordando que se había llevado a cabo una misión para determinar el número exacto de víctimas.
“Queremos agua”
El viernes, Emmanuel Macron fue a Tsingoni, una ciudad sin salida al mar en el oeste de Grande-Terre, la isla principal del archipiélago. Lejos de Mamoudzou, la capital, la ayuda, el agua, la electricidad y los alimentos todavía tardan en llegar.
“Queremos agua”, le imploraron varios vecinos. El sábado, otros 50 voluntarios de la Cruz Roja Francesa partirán del continente para llegar a Mayotte.
“Ayer ya se distribuyeron 80 toneladas de alimentos y 50 toneladas de agua en nueve municipios”, añadió el ministro dimitido del Interior, Bruno Retailleau, sobre 000 litros de agua al día, es decir, un poco menos de dos litros por persona, en una zona donde actualmente la temperatura supera los 30 grados.
Con latas en mano, decenas de mahorais se dieron codazos el viernes frente a la gasolinera del barrio de Kawéni, el mayor barrio marginal de Francia, con la esperanza de salir con un poco de combustible, sobre todo para hacer funcionar los generadores, a pesar de la prohibición de las autoridades. sobre el llenado de latas y bidones.
Sólo siete estaciones de servicio están abiertas y el repostaje está limitado a 30 litros.
(afp)