¿Qué será de las bases militares rusas en Siria? Ésta es la cuestión que plantea la caída de Bashar al-Assad. Las bases navales de Tartus y las bases aéreas de Hmeimim son vínculos importantes para la proyección del poder ruso en la región y en África.
Si el Kremlin quiere dar tranquilidad afirmando que ha obtenido garantías de seguridad para sus dos bases principales de quienes derrocaron al régimen, su pérdida tendría graves implicaciones.
El del puerto de Tartous supondría una prolongación de los viajes para la reparación y el mantenimiento de los buques de guerra rusos. Pero sobre todo, además de su acceso directo al Mediterráneo, Rusia perdería el único puerto que tiene en aguas cálidas.
La pérdida de la base aérea de Hmeimim, a 100 kilómetros al norte de Tartous, complicaría la tarea de los rusos en África. De hecho, es un eje decisivo para el envío y la repatriación de hombres y equipos al continente, pero también una escala imprescindible para repostar grandes aviones.
De ahí el cambio de tono del Kremlin. Ya no hablamos de terroristas sino de rebeldes armados. Una manera de suavizar las cosas para la diplomacia rusa, que trabaja activamente para preservar estas bases, al tiempo que estudia alternativas. Una base naval en Argelia, en Port Sudan o en Tobruk, en Libia, es posible, pero en lo que respecta a una base aérea, Moscú no tiene actualmente otra alternativa.
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