Fue el general John Kelly, exjefe de gabinete de Donald Trump, quien informó a los medios de una polémica declaración que le hizo el 45mi presidente. A este último le hubiera gustado tener generales como los de Hitler.
Es demasiado pronto para saber qué exigirá el presidente electo a sus generales durante su primer mandato, pero la elección de Pete Hegseth como secretario de Defensa demuestra que al hombre que prestará juramento el 20 de enero no le importan las apariencias.
Una amenaza interna
Tan pronto como fue nombrado por Trump, Pete Hegseth se encontró en el centro de atención por razones equivocadas.
Aunque sirvió en el ejército y se destacó en algunas ocasiones, el hombre que se convirtió en presentador de Fox News no tiene las calificaciones para liderar el ejército más poderoso del mundo.
Además del hecho de que no tiene las habilidades necesarias, Hegseth tiene un desagradable historial de agresión sexual desde 2017. La presunta víctima y el nuevo secretario de Defensa llegaron a un acuerdo antes del juicio y no se reveló el monto de la suma pagada por Hegseth.
Última polémica, y no menos importante, el protegido de Trump llamó la atención de sus superiores en 2019 por sus múltiples tatuajes. Al menos dos de ellos a veces son apropiados por los fascistas: la inscripción “Deus Vult” (Dios quiere) y la Cruz de Jerusalén.
Hegseth preocupó tanto a los líderes que se temía que representara una amenaza interna y que fuera retirado del contingente que debía brindar seguridad a Joe Biden durante su juramento.
Este es el hombre que el presidente electo considera la mejor persona para dirigir el Pentágono. Todavía no son “los generales de Hitler”, pero hay mucho de qué preocupar a los analistas.
Una plaga para el ejército americano.
Lo preocupante de la elección de Hegseth es que su nombramiento pone en primer plano un problema persistente para el ejército estadounidense.
Ya el 13 de enero de 2021 llamé su atención sobre este tema. Un tercio de los miembros de la fuerza dice haber presenciado manifestaciones de supremacistas blancos o representantes de la extrema derecha.
El 11 de febrero de 2020, un documento del Congreso examinó una cantidad alarmante de incidentes relacionados con supremacistas blancos dentro de las fuerzas armadas.
Lo que es aún más preocupante es que encontraríamos supremacistas blancos y extrema derecha en todos los niveles. No estamos hablando aquí de reclutas y menos aún de unas cuantas ovejas descarriadas.
Si escuchamos a Donald Trump y a sus allegados, el ejército se enfrentaría esencialmente a un problema de wokismo.
Esta última expresión, vaciada de significado, es el espantapájaros que agitamos sistemáticamente para desviar la atención.
El wokismo existe, pero el verdadero mal que sufre el ejército estadounidense, el que pudre a una parte importante de su plantilla, es el mismo que se manifestó el 6 de enero de 2021.