Rafael, huracán de categoría 3, arrasó este miércoles Cuba de sur a norte, antes de perder intensidad al adentrarse en el Golfo de México. Los vientos muy violentos, que alcanzaron 185 km/h, no causaron víctimas, pero provocaron el colapso del sistema eléctrico de la isla durante casi un día. Cuba, que ya había sufrido un apagón general dos semanas antes, sufre de hecho de una frágil red eléctrica, que depende casi por completo de los combustibles fósiles para alimentar sus ocho destartaladas centrales termoeléctricas.
Al respecto, el último informe presentado en 2023 por el Secretario General de la Asamblea General de la ONU sobre la “Necesidad de levantar el bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos” destacó el impacto directo causado a la infraestructura eléctrica del país por la retirada. de empresas internacionales en el suministro de repuestos, tras la aplicación extraterritorial de sanciones estadounidenses. “ Cuba no puede adquirir el combustible necesario para sus centrales termoeléctricas, ni los repuestos imprescindibles para el mantenimiento de la infraestructura », subraya Salim Lamrani, recordando el impacto desastroso de las políticas aplicadas contra la isla por el nuevo presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, durante su primera visita a la Casa Blanca (2016-2020).
Salim Lamrani, profesor de historia latinoamericana en la Universidad de La Reunión, especialista en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Cuba vive un nuevo colapso del sistema eléctrico… ¿No se corre el riesgo de ver a la población hundirse en la desesperación? El país ya ha vivido manifestaciones de descontento en los últimos años, en particular para denunciar repetidos cortes de energía…
Estados Unidos es el principal responsable de la dramática situación en la que se encuentran los cubanos. Durante más de seis décadas, Washington ha impuesto sanciones económicas inhumanas que afectan a todos los sectores de la sociedad cubana y constituyen el principal obstáculo para el desarrollo de la isla.
Cuba no puede adquirir el combustible necesario para sus centrales termoeléctricas, ni los repuestos imprescindibles para el mantenimiento de la infraestructura. Estados Unidos amenaza con sanciones contra armadores y compañías navieras que transporten combustible a Cuba. Además, varias empresas que suministraban repuestos necesarios para el mantenimiento de sitios eléctricos suspendieron sus intercambios comerciales con Cuba por temor a represalias estadounidenses.
Las sanciones económicas cuestan una media de 5.000 millones de dólares al año, o 15 millones de dólares al día, ¡o incluso 10.000 dólares por minuto en Cuba! Desde su imposición en 1960, han costado un total de 165 mil millones de dólares. Sin estas sanciones, Cuba sería uno de los países más prósperos de América Latina y el Tercer Mundo.
¿No existe el riesgo, para el gobierno, de que las nuevas generaciones –que han crecido y vivido toda su vida bajo los efectos del embargo– asocien sus condiciones de vida con el socialismo propugnado por las autoridades? ¿Y como resultado se distancian o rechazan el proyecto revolucionario cubano?
Los cubanos tienen una gran cultura política y saben que las graves dificultades que enfrentan están directamente relacionadas con las sanciones económicas unilaterales impuestas por Estados Unidos. Sin embargo, para las generaciones más jóvenes que sólo han conocido el Período Especial y sus carencias, las convicciones a veces pueden flaquear. Debido a las dificultades cotidianas y a la falta de perspectivas, estos jóvenes, con un nivel de educación y formación comparable al de los países más avanzados, tienen expectativas más altas. Por tanto, el desafío nacional que deben afrontar las autoridades es también ideológico.
¿Fomentar la desesperación de la población fue precisamente el principal objetivo de Estados Unidos cuando impuso sus primeras sanciones contra Cuba en 1960?
La retórica diplomática estadounidense que justifica el mantenimiento de una política hostil hacia Cuba ha seguido evolucionando con el tiempo. En 1960, cuando Eisenhower impuso las primeras medidas coercitivas unilaterales, justificó su decisión evocando la nacionalización de las propiedades estadounidenses. En 1962, cuando su sucesor, John F. Kennedy, impuso sanciones totales contra la isla, invocó una alianza con la Unión Soviética. En las décadas de 1970 y 1980, Washington explicó que el apoyo de La Habana a los movimientos revolucionarios e independentistas en todo el mundo planteaba un obstáculo para el cambio de políticas.
Finalmente, desde el colapso de la URSS, Estados Unidos ha estado avanzando en la cuestión de la democracia y los derechos humanos para prolongar su guerra económica. En realidad, Estados Unidos se niega a reconocer la independencia de Cuba y a aceptar que la isla haya elegido un sistema político y un modelo socioeconómico diferente.
Es difícil prever mejoras con el próximo regreso de D. Trump al poder…
Cuando llegó al poder en 2017, Donald Trump dio un giro total a la política exterior hacia Cuba, poniendo fin a las medidas constructivas adoptadas por Barack Obama. Durante su presidencia, Trump impuso nada menos que 243 nuevas medidas coercitivas, incluidas 50 en plena pandemia de Covid-19, una media de una sanción adicional por semana durante cuatro años. Apuntó a las tres principales fuentes de ingresos de la isla: la cooperación médica internacional, las transferencias de dinero de la comunidad cubana radicada en Estados Unidos y el turismo, con el objetivo de asfixiar a la isla.
Este aumento de las sanciones ha tenido un impacto desastroso en el buen funcionamiento de la economía, creando todo tipo de desabastecimientos, y ha afectado enormemente a la población cubana, especialmente a las categorías más vulnerables. Además, pocos días antes de finalizar su mandato, Trump incluyó a Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo. Desde entonces, más de 1.000 bancos internacionales se han negado a cualquier colaboración con la isla, que tiene una necesidad crucial de crédito e inversión extranjera, por temor a represalias.
La elección de Joe Biden en 2020 ha generado esperanzas de que se levanten las sanciones. Sin embargo, a pesar de sus compromisos, Biden, que fue vicepresidente durante la presidencia de Obama, decidió mantener las principales medidas coercitivas adoptadas por su predecesor. Sin embargo, tiene las prerrogativas necesarias para desmantelar la mayor parte del régimen de sanciones.
Es difícil imaginar una mejora en las relaciones con la reelección de Donald Trump. Por su parte, desde hace más de seis décadas Cuba ha aprendido a convivir con este anacrónico, cruel e ilegal estado de sitio, que viola los derechos fundamentales de más de 10 millones de habitantes y que es condenado unánimemente por la comunidad internacional.