Varios comentaristas señalan con razón que la victoria de Donald Trump es en parte atribuible al wokismo. Así es y yo también lo escribí. Sin embargo, esta condena del wokismo no significa automáticamente una celebración de las ideas de Trump. Al contrario, sus ideas siguen siendo peligrosas.
Muchos se preguntan sobre la cantidad de fanfarronería y el verdadero deseo de cambio que hay en Trump. ¿Intentará realmente cumplir todas sus promesas electorales?
La respuesta es que probablemente lo hará.
En su discurso de victoria, su referencia a que Dios tiene un plan para él es sin duda mucho más que una pequeña frase destinada a satisfacer a su electorado evangélico.
El intento de asesinato lo traumatizó, y con razón. Pero en un narcisista profundo, este tipo de ataque también puede desencadenar diversas reacciones psicológicas nocivas que resultan en un refuerzo de su patología. No soy psicólogo ni psiquiatra, pero el mecanismo parece bastante obvio.
Por tanto, es un Trump más preocupado que antes quién dirigirá Estados Unidos. Un Trump más narcisista que además muestra signos de demencia senil.
Por tanto, no sería de extrañar que Trump creyera más que nunca en sí mismo y en sus ideas, con una terquedad que iba más allá de cualquier sentido crítico.
MAGA
Sin embargo, en el centro de la ideología trumpista está el deseo de restaurar el poder perdido de Estados Unidos.
La idea es noble, pero demuestra una grave incomprensión del mundo actual. En paridad de poder adquisitivo, Estados Unidos representa ahora sólo alrededor del 15% de la economía mundial. China los ha superado desde 2015 y representa alrededor del 20% de esta economía.
Sin embargo, hasta entonces, Estados Unidos había sido la economía más grande del mundo desde 1880.
Las causas de este retroceso son profundas y numerosas. No hay suficiente espacio aquí para analizarlos. Digamos que Estados Unidos se encuentra ahora en la situación que alguna vez fue la de Francia y el Reino Unido.
Objetivamente, Trump no podrá reconstruir el poder económico y político estadounidense. Cuanto más persista en hacerlo, mayor será el riesgo de debilitar a Estados Unidos y sus aliados.
La única salida de Estados Unidos reside en un multilateralismo fuerte con sus aliados cercanos. Lamentablemente, Trump condena el multilateralismo.
libertarios
Trump también cree en las virtudes del mercado con la fe del minero del carbón. Para él, la debilidad de Estados Unidos proviene del papel excesivo del Estado en el mercado. En este sentido, Trump es libertario.
Para él, un virtual desmantelamiento del Estado permitirá automáticamente el fortalecimiento del mercado y por tanto de las empresas.
Esta visión de la economía es infantil. En realidad, la desregulación siempre causa peor daño que la regulación.
Quienes abogan por la retirada del Estado no necesitan más que visitar Haití.
Hay mucho que decir sobre Trump y sus políticas. Lo que es seguro es que son tan peligrosos, si no más, que los de los wakes.