Rusia quiere mover la frontera del Mar Báltico

-

En un documento publicado para consulta pública en el sitio web del gobierno, el ministerio ruso explica que quiere ajustar las coordenadas de los puntos utilizados por Rusia para determinar sus aguas territoriales. El ministerio se remite a un documento de 1985, de la época soviética, para justificar su propuesta.

vídeos

Las actividades rusas son “provocaciones deliberadas y cada vez mayores destinadas a intimidar a los países vecinos”, respondió el Ministerio de Asuntos Exteriores de Lituania. Exige explicaciones. “Esta es una prueba más de que las políticas revisionistas de Rusia representan una amenaza para la seguridad de sus vecinos y de Europa”.

Rusia no especifica exactamente qué puntos quiere cambiar, pero la medida tendría consecuencias tanto para el continente como para las islas del mar Báltico. El Golfo de Finlandia y la región fronteriza cerca de Kaliningrado, el enclave ruso entre Lituania y Polonia, son particularmente atacados.

La ministra finlandesa de Asuntos Exteriores, Elina Valtonen, señala que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar determina cómo los estados costeros pueden definir sus zonas marítimas. Rusia, como signataria del texto, debe cumplirlo. “Sembrar confusión es parte (de la estrategia rusa). Finlandia no se dejará confundir”, advierte.

La consulta pública de Rusia dura hasta el 4 de junio. La propuesta adelanta enero de 2025 como fecha de entrada en vigor de los cambios. En una nota explicativa, el Ministerio de Defensa afirma estar dando seguimiento a una decisión gubernamental de 2019 encaminada a desarrollar las actividades marítimas rusas de aquí a 2030.

El ministerio sostiene que los cambios son necesarios, argumentando que los puntos de medición actuales no permiten a Rusia determinar los límites de sus aguas territoriales. “Y no reflejan completamente la situación geográfica actual”.

-

PREV “Se van a volar por los aires”: alrededor de Eric Ciotti, ¡la caza ha comenzado!
NEXT En las noticias: la mala suerte de Emmanuel Macron