En marzo de 2022, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución exigiendo que Rusia retirara sus tropas de Ucrania. Sus resoluciones son en realidad sólo manifestaciones de buenas intenciones. La verdadera autoridad reside en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyas resoluciones son jurídicamente vinculantes.
Sus cinco miembros permanentes con armas nucleares (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China) tienen derecho de veto.
El mayor fracaso de la ONU como institución es no poder actuar si una de estas grandes potencias está involucrada en el conflicto.
Veto para Gaza como para Ucrania
El veto otorga inmunidad a Rusia en Ucrania. Estados Unidos hace lo mismo para protegerse a sí mismo y a sus amigos. De las 83 veces que utilizaron su veto en el Consejo de Seguridad, lo hicieron 42 veces para oponerse a resoluciones que condenaban a Israel.
En Gaza, vetaron una resolución que pedía un alto el fuego en diciembre pasado y, durante el viaje de Biden a Israel, ya habían vetado una resolución que pedía “pausas humanitarias”. El representante de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad defendió el derecho de Israel a la autodefensa y dijo que se debe permitir que la diplomacia “desempeñe su papel”.
Del lado palestino, Rusia y China vetaron una resolución estadounidense que exigía la liberación inmediata de los rehenes de Hamás y pedía permitir “todas las medidas” de ayuda humanitaria a Gaza. Pero no un alto el fuego.
Las Naciones Unidas son una institución vital diseñada para promover la paz y la seguridad. Las guerras actuales en Ucrania y Oriente Medio muestran los límites de su influencia y las deficiencias organizativas que le impiden ser eficaz.
¿Terminará la ONU como la Liga de las Naciones?
Fue el presidente estadounidense Woodrow Wilson quien fundó la Sociedad de Naciones tras el final de la Primera Guerra Mundial. A través de la paz quería hacer que el mundo fuera un lugar seguro para la democracia. La Liga debía garantizar la seguridad colectiva, resolver disputas mediante arbitraje y defender a las víctimas de agresiones.
Este hermoso proyecto que fracasó tuvo un muy mal comienzo. El Senado de Estados Unidos, en una afrenta a Wilson, se negó a ratificar el pacto y Estados Unidos nunca se convirtió en miembro.
Una sucesión de crisis internacionales en la década de 1930 demostró la impotencia de la organización frente a la agresión de Italia, Japón y la Alemania nazi. El paralelo que se puede establecer con el mundo actual es inquietante… y desesperante.
La ONU sigue desempeñando un papel indispensable en muchos otros aspectos. Sus convenciones, normas y las de organizaciones afiliadas rigen vastas áreas que van desde la salud hasta las telecomunicaciones y la navegación.
Sus agencias de ayuda humanitaria están trabajando con valentía sobre el terreno en Gaza, el Líbano, Sudán y otras zonas desgarradas por la guerra o plagadas de desastres como hambrunas y epidemias.
