Mers Sultan o el encanto discreto de un barrio de Casablanca

Mers Sultan o el encanto discreto de un barrio de Casablanca
Mers Sultan o el encanto discreto de un barrio de Casablanca
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En el palpitante corazón de Casablanca, una joya urbana brilla con un brillo especial. Mers Sultan, este distrito de la ciudad parecido a un pueblo, acaba de ser coronado como el segundo distrito “más cool” del mundo por la revista británica “Time Out”. Una distinción que difícilmente sorprenderá a quienes hayan tenido la oportunidad de pasear por sus calles cargadas de historia y cultura.

Lejos de los clichés turísticos y de los circuitos marcados, Mers Sultan encarna una cierta idea del Marruecos urbano, a la vez anclado en sus tradiciones y decididamente orientado hacia el futuro. Aquí no hay cafés ni boutiques de moda. El encanto opera de manera diferente, más sutil, en una combinación única de autenticidad y creatividad.

Las sinuosas calles de Mers Sultan cuentan la historia de una ciudad en perpetuo cambio. La arquitectura modernista de los años 60 y 70 se codea con edificios Art Déco, testigos mudos de una época pasada. En la curva de una calle, descubrimos el mercado diseñado por Jean François Zevaco, una auténtica catedral de la vida cotidiana donde se entrelazan los olores de las especias y los gritos de los comerciantes.

Lo que sorprende al visitante es la impresión de viajar en el tiempo. En el café de los Campos Elíseos el tiempo parece haberse detenido. Los habituales, con los cigarrillos en la boca, comentan las novedades en torno a un “noss-noss”, ese café mitad leche, mitad expreso que marca el día de los casablancos y de todos los marroquíes acérrimos. A pocos pasos, jóvenes artistas esbozan las líneas generales de sus próximas obras, en una alegre mezcla lingüística donde los dialectos árabe y amazigh se codean con el francés y el inglés.

Mers Sultan es también el refugio de jóvenes creativos que han hecho del barrio su patio de recreo. Cineastas en ciernes, grafiteros atrevidos y músicos electrónicos se dan cita en el Nevada Skate Park, el nuevo epicentro de una cultura urbana en auge. Por la noche, el bar Atomic se convierte en el punto de reunión de una multitud colorida, donde se codean intelectuales, artistas y noctámbulos en busca de autenticidad.

Un barrio, emblemas…

Para captar el alma de Mers Sultan, hay que ganar altura. Desde lo alto del piso 17 del edificio Liberté, el museo Abdelwaheb Doukkali ofrece una vista impresionante de la ciudad. Es aquí, frente al horizonte de Casablanca, donde tomamos conciencia de la singularidad de este distrito, una isla de tranquilidad en una metrópolis en perpetuo movimiento.

Construido entre 1949 y 1951 por el arquitecto suizo Léonard René Morandi, el edificio “La Liberté”, más conocido con el nombre de “17 pisos”, es un edificio que ya ha alcanzado los estándares de las grandes obras arquitectónicas. cartas de nobleza. Eso no es todo. Desde su construcción, la prensa internacional especializada en arquitectura lo ha calificado como “uno de los edificios más altos de todo el continente africano”, nos cuenta Rabea Ridaoui, ex presidenta de la Casa Mémoire y gran conocedora. de la Historia de Casablanca.

Desde sus 17 plantas y 78 metros de altura, proyecta con orgullo su aura de rascacielos por toda la ciudad.

Pero el verdadero secreto de Mers Sultan quizás resida en su sencilla y sabrosa gastronomía. En la carnicería de la Cité Maréchal Ameziane, el sándwich de salchicha de hígado es una institución. En los pequeños restaurantes de barrio se puede disfrutar de la auténtica cocina marroquí, alejada del brillo de los establecimientos turísticos.

En un momento en el que tantas ciudades sucumben a una cierta estandarización, Mers Sultan cultiva su diferencia. Es un barrio que vive, que respira, que evoluciona sin perder nunca el alma. Una lección de urbanismo al aire libre, donde la modernidad se combina con el pasado para comprender mejor el futuro.

Mientras el sol se pone sobre Casablanca, es desde la azotea del Hotel Washington donde mejor podemos contemplar la magia de Mers Sultan. A la luz dorada del crepúsculo, el barrio se revela en todo su esplendor, un mosaico vivo de una ciudad en perpetua evolución. Y entonces comprendemos por qué “Time Out” sucumbió al discreto encanto de este rincón de Casablanca, un verdadero tesoro escondido de la ciudad blanca.

Houda BELABD

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