Se trata de una “historia apasionante de lo que alguna vez fue un lugar comercial floreciente entre los Grisones e Italia”, escribió el martes el Servicio Nacional de Seguridad de Suiza en un comunicado. En otras palabras, Poschiavo sacó lo mejor de sí de un colapso económico en el siglo XVIII.
En aquella época, mucha gente emigró después de que Napoleón se apoderara de Valtelina. Buscaron fortuna como pasteleros en las metrópolis europeas. Cuando regresaron, trajeron consigo un estilo urbano. Se construyeron elegantes casas patricias, también llamadas “palazzi”, que aún hoy configuran el paisaje urbano.
Están inscritos en el inventario federal de lugares de importancia nacional de Suiza que merecen protección. Para que esto siga siendo así, las nuevas construcciones deben basarse en principios tradicionales de acuerdo con las normas de construcción del municipio.
Aislado e independiente
Poschiavo, con sus 3.500 habitantes, se encuentra en la región de Bernina. La ruta que atraviesa Suiza pasa únicamente por el paso del mismo nombre. La comunidad aprovecha este aislamiento: hay un hospital, sistemas de calefacción urbana, escuelas, una biblioteca y una amplia gama de ofertas culturales. Aquí sólo hay que inventarse y definirse, dijo el alcalde Giovanni Jochum (FDP) sobre Keystone-SDA.
Esta independencia es un factor decisivo contra la migración a la que se enfrentan muchas regiones montañosas. “Es un lugar donde la gente vive, trabaja y le gusta reunirse: el epítome de la seguridad nacional”, explicó el director general de la asociación, David Vuillaume, al explicar la ceremonia de entrega del premio.
Poschiavo también continúa desarrollando la naturaleza circundante. El 90 por ciento de toda la tierra agrícola está certificada como orgánica. Esto convierte al pueblo en pionero en este sector. Además, se están restaurando los paisajes tradicionales en terrazas y utilizándolos para cultivar hortalizas y hierbas.
El Premio Wakker es una apreciación de este compromiso, explicó Seguridad Nacional. Esto tiene un valor incalculable, afirma Jochum.